CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

El desprecio vive en la misma calle que la ignorancia

Por Rael Salvador
viernes, 9 de abril de 2021 · 01:55

Vamos, que usted ni yo, acostumbrados a la reflexión gracias a la lectura (que doy por hecho), no desconocemos que el desprecio vive en la misma calle que la ignorancia (o analfabetismo funcional, si desea).

Educados en el amor al dinero, en el beneficio personal, en un especie de egoísmo rancio y estreñido (por regla general, lo íntimo siempre está podrido), contaminado de la lógica económica, olvidando que la vida también es un arte, quizá el más bello.

Pero antes de continuar, permítaseme diferir ante la idea generalizada que se tiene del éxito humano, ya que resulta evidente que todos aquí, en esta trágica comedia de existir, son unos pésimos artistas de tres centavos: no han hecho otra cosa que observar lo utilitario y lo rentable.

Le decía con anterioridad, que leemos para aprender a reflexionar: tal es la pobreza de nuestra experiencia. Pero no soy ingenuo, puede que esta columna sea unidireccional y vaya a parar ante un pobre pedazo de brutalidad desinformada (marginado, callado y sin entender), donde resulte fácil ver el idealismo inservible de los poetas, que no producen beneficios financieros a corto plazo, pero cuando se trata de llenar el vacío que deja la falta de preparación cultural y, sobre todo, de no pasar por idiotas o incultos, ahí está Ovidio, Dante, Góngora, Darío, Nervo, Neruda, Sabines.

Observe, el arte es así de sencillo: simples palabras, trazos de tinta, sonidos del alma o movimientos corporales, sólo para recuperar la paz y darle sentido a toda realidad adversa.

Si no lo sabe, se lo recordaré (Mayéutica 0.0.1): El arte es el espejo mágico para reflejar los sueños invisibles: actuaciones, danzas magistrales, pinturas que emocionan hasta las lágrimas, cantos que dibujan la felicidad, poemas que avivan las llamas de la lucidez… Y es ahí, en ese lugar y en ese momento, terreno ingrávido del arte, donde la develación del misterio encaja suavemente con la claridad. ¡La belleza impulsa la vida, lo sublime satisface la imaginación!

Pegarle a la Cultura, desde el punto de vista financiero, implica atentar contra un bien común, poniendo en entredicho –a través de esa desvergonzada razón de lucro– lo sublime del ser humano.

Aquí me refiero concretamente al saqueo espiritual, obligando al artista, en cualquiera de sus disciplinas –ya sea éste escritor, pintor, actor, músico, diseñador, etc.–, a reducirse sólo en colaborador o invitado, negándole todo beneficio, exprimiéndole gratuitamente, mientras su producto –escritura, obra, caricatura, idea, desempeño, etc.– se comercia, generando rentabilidad en la cadena financiera.

La solvencia, a partir del trabajo remunerado con justicia, se gana (mientras en el frugal negocio de no saber vivir, los intermediarios –estériles para toda creación– obtienen sus ganancias no distribuyendo la riqueza).

¿Momentos de crisis y recortes? Como usted, no conozco otros.

De un tiempo para acá, como refiere Rafael Chirbes, alguien que pide trabajo se ha convertido en un animal molesto, así sea pintor, escritor, periodista, actor, editor o músico, y la verdad sea dicha, ya no sabe uno si perseguir estos salarios por debajo de la dignidad, que, en sus matemáticas diabólicas, obligan a solicitar créditos y mal pagar deudas, ordinarias acumulaciones en el diario civil de toda sobrevivencia.

raelart@hotmail.com

 

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