A MEDIA SEMANA

El dragón amarillo

Por Eugenio Reyes Guzmán*
jueves, 10 de junio de 2021 · 00:00

Los hechos son testarudos y a pesar de los deseos, mitos y creencias, llegan tarde que temprano. China no tiene el desierto de mayor extensión del mundo, pero sí el de más rápido crecimiento. El desierto de Gobi, al norte del país, constantemente transforma pastizales en un árido, inanimado y escalofriante desierto.

Así es, el espeluznante avance del desierto de Gobi devora a su paso cerca de 3,000 kilómetros anualmente, haciendo de la desertificación el mayor reto ecológico del país. La tozuda y lamentable realidad es que hoy en día, el 28% del territorio del país más poblado del mundo es tierra árida o desértica.

El avance del desierto acontece a través de tormentas de arena que se desplazan principalmente durante los meses de marzo y abril, pintando todo de amarillo y causando una sensación de ser el final del mundo en una película de ciencia ficción.

A este apocalíptico y devastador fenómeno lo llaman el “dragón amarillo” y es sumamente temido dentro de China, pero también por países vecinos como Corea, Mongolia y Japón. El dragón exhala tan fuerte que la arena ha llegado hasta el estado de Colorado en la Unión Americana.

Sucede que el avance del desierto ha tenido como consecuencia un crecimiento de la temperatura promedio de ese país asiático de entre 2 y 3% en los últimos 50 años.

El cambio climático ha suscitado una transformación poblacional obligando a más de 350,000 residentes a olvidarse de sus raíces y mudarse a tierras menos inhóspitas, convirtiéndose en “refugiados climáticos dentro de su propia nación”. Para decirlo de otro modo, es como si China tuviese al total de la población de Belice viviendo como refugiados en la tierra que los vio nacer.

Como era de esperarse, la respuesta del gobierno chino ha sido contundente, desdoblando el proyecto de reforestación más grande en toda la historia de la humanidad. Al igual que en el siglo XIX la dinastía Qing construyó una muralla para defenderse del avance de invasores mongólicos, el gobierno chino está ahora construyendo otra gran muralla, pero esta vez para defenderse del “dragón amarillo”.

La muralla verde pretende crear un muro de contención sembrando árboles y arbustos en un área de 4,800 kilómetros de largo por 1,500 kilómetros de ancho en la frontera del desierto de Gobi. Los 88 millones de acres sembrados serán la primera línea de defensa contra las tormentas de arena. Así es, al día de hoy se han sembrado 66,000 millones de árboles convirtiendo en el bosque artificial más grande del mundo.

Caray, parece que entre más retador e inalcanzable luzca un proyecto, más motiva a China a continuarlo. En este caso, China tiene un horizonte del año 2049, coronando así los 100 años del triunfo del Partido Comunista.

Regresando al asunto del dragón, la pregunta obligada es, ¿quién o qué lo despertó? Naturalmente el cambio climático y la contaminación han jugado un papel importante en la desertificación, pero también fue grave error humano lo que despabiló al monstruo amarillo.

Pues bien, en época de Mao Zedong existió una política de talar árboles con fines agrícolas o de crear zonas industriales. Ni hablar, esa errática decisión ocasionó la irreparable erosión de mantos verdes desde Manchuria hasta el interior de Mongolia.

Lo anterior nos remonta a tierras mexicanas donde, según el Instituto de Recursos Mundiales, al menos 72,830 hectáreas de bosques se han perdido en estados como Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Campeche por causa del programa Sembrando Vidas.

El programa clientelar que nada tiene que ver con la reforestación, destinó 27.5 millardos en el año 2020 “beneficiando” a cerca de 400,000 campesinos en 20 estados de la república.

A diferencia de la gran muralla verde en China, el programa Sembrando Vidas ha provocado la mayor deforestación que haya sufrido el país en las últimas cinco décadas. No lo sé, pero quizás despierte a otro dragón amarillo, esta vez en territorio mexicano.

*Economista y director general de World Trade Center, Monterrey UANL
 

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