CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Lee por amor a la vida

Por Rael Salvador
viernes, 30 de julio de 2021 · 00:00

A Marx Arriaga y su fervor…

Cuando se lee sin pasión, también el libro se destruye.

El asunto no está sólo en conseguirlo, la piedad no se encuentra únicamente en trasladarlo en la comodidad de la mochila, engarzarlo al ojo o a la blanda tenaza de la mano, ya no digo a la fiel alegoría de la mente…

El asunto, insisto, no se encuentra en lo antes descrito, sino en la hermosa sencillez de alzar su cubierta, como quien abre una puerta de salida y penetra al mundo: pájaros de perla, pétalos de vapor y oro, colores de nieve, olas de viento, rizos rusos, canicas planetarias, risas de lagartijas…

Nada hay en el recorrido de un libro sino es todo aquello de buscar, página tras página, y encontrar en él, palabra a palabra, la belleza de la existencia: la hermosura dilatada de la comprensión y el encanto de la magia naciente de su danza de símbolos.

¿Que tú no lloras tinta? Pues tinta nunca has tenido en la mirada.

Ensucia de gracia tus ires y venires en el arco de la vida, en el iris resplandeciente del espíritu y el saber.

Leer es llevar, en buenos términos, un romance con el conocimiento.

Cuando se lee sin pasión, el libro guarda sus destellos en el teatro del silencio, oscurece su ver de voz…

Entonces, así como quien mira un ángel y escupe, las marionetas de la realidad, monótonas y rutinarias –acres de enfermedad civil–, sustituyen el alma por una piedra en el destino.

Te atrapa el insomnio de Judas: pierdes el sueño por tres monedas.

Te captura la ambición desmedida de Macbeth: matas en sangre aquello que amas.

Te arresta la tarada: la cojera errática de creer que los más valioso de tu ser se vende o se cambia.

Según la necesidad artificial, acomodada como placer en la abierta y ansiosa rosa de tu cerebro.

Así como el árbol otoñal deja su aura verde y el espejo de la mar torna su cielo azul en un gris de campaña nazi, la ausencia de pasión también destruye los abecedarios.

Y sólo por ello, lee para que el peligro no te encuentre dormido.

Lee para que en el sueño no te alcancen las pesadillas.

Lee por amor a la vida.
Lee desde el primer indicio del relámpago, donde la luz ilumina por un instante los misterios.

Lee para que el mundo no te sea desconocido.
Lee para que desaparezca el abismo de las cosas más cercanas.

Lee desde la distancia que no existe.

Lee para que la imaginación del ojo toque la vida.
Lee para que las moscas se conviertan en galaxias.

Lee ahí donde la música es un cáliz de fuego, que alivia con espinas de sal todas las heridas.

Lee como si la fe del hombre fuese un jardín de convivencia, un ramo de religiones.

Lee para que tu cura sea la locura.

Lee para que los buitres no devoren sólo carroña.
Lee desde la insuficiencia bondadosa de nos ser nadie.

Lee para que escribas la belleza de saberlo.
Lee para que la rutina te dibuje las caderas de Helena.

Lee para que Dulcinea te recuerde la inocente belleza de Cervantes.

Lee para dialogar con Henry Miller, Rimbaud, Cendrars, Kerouac...

Lee para que Dios se siente a disfrutar en el teatro luminoso de tu mente.

Lee para que la Biblia sólo se un capítulo más en la extensa novela de la existencia, para que el Corán no sea un cuento malo y la Tora retorne a ser un poema de Palestina....

Lee para que la averiguación de tu pasado no sea austera.

Lee por respeto a los animales, que lo saben todo del Libro de la Vida.

Lee la realidad como la gitana lee la mano, con delirante respeto.

Lee desde la oficina central los espumosos informes de tus sentimientos y tus emociones.

Lee para que baile lo excéntrico en la coagulación tu cabeza.

Lee para que la alucinación no deje huérfana las esperanzas.

Lee para que la piel se encienda como el espíritu, que es inmaterial pero corpóreo, emergente en líquidos, con las caricias verbales de Eros.

Lee por rechazo a la banalidad que lo hermana todo.

Lee por Darwin, pero también por “Chespirito”, creador de una nación.

Lee porque no se nace sólo de la madre, sino también cuando se toma conciencia.

Lee para que la digestión se ofrezca memorable.
Lee por la atracción perversa de los contrarios, perpetuación y caos de esta bella evolución cósmica: humana, demasiado hermana.

raelart@hotmail.com

 

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