PROYECTOVINO

Maridaje forzoso

Por: Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 23 de septiembre de 2021 · 00:00

¿Con qué vino maridarían este platillo? Es una de las preguntas más frecuentes que veo que se publican en los diferentes grupos de redes sociales. Quienes preguntan puede que lo hagan por verdadero interés de algún consejo o simplemente para generar respuestas o sentirse interesantes queriendo hacerle creer al mundo que desayunan, comen y cenan con vino.

Por ello preguntan maridajes desde cortes de carne, pastas o hasta tamales, sin especificar si la pasta será preparada con carne, mariscos o vegetales. O si el tamal es de pollo, cerdo o rajas. Las recomendaciones de experimentados o neófitos llegan en cascada.

Algunas acertadas y otras fuera de lugar. Siempre he dicho que un vino puede acompañar muy bien cualquier platillo, pero también creo que por mucho que nos acerquemos al “maridaje correcto”, puede haber opciones mucho mejores.

Algunos platillos es mejor acompañarlos con otras bebidas, como agua de horchata, atole, cerveza o como dice un buen amigo, con “sus coquitas”.

Para empezar, la única forma de saber si nos gusta un maridaje es intentándolo. De acuerdo a nuestro presupuesto y a nuestros gustos personales.

Existen muchos tipos de maridajes, sólo hay que dejarnos llevar por nuestro paladar y nunca olvidar que solamente se trata de lograr una combinación coherente y armoniosa, porque también hay maridajes incómodos de copas y botellas de vino con mujeres en bikinis haciendo contorsionismo muy natural en tablas de surf que ni en el Cirque Du Solieil, o qué tal los maridajes de logotipos de coches caros con etiquetas de vino de menos de 90 pesos.

Puede sonar feo y hasta discriminatorio (que para nada lo es) simplemente quiero dejar claro que en este lindo andar en la cultura del vino existen maridajes no sólo forzosos sino incluso ridículos y de pésimo gusto que no benefician, creo a nada ni a nadie.

Estoy feliz de que en estos últimos 3 meses he visitado el Valle de Guadalupe en dos ocasiones. Esta última vez no fui de trabajo, fui de vacaciones, pero me di cuenta de que mi trabajo, son vacaciones. Ya estando en el avión de regreso a casa, no pude notar diferencias grandes con los viajes anteriores.

El visitar las vinícolas de los amigos, comer en lugares deliciosos (aunque ya muchos con los precios exorbitantes) y también conocer lugares, proyectos, procesos y amigos nuevos para mí, es una verdadera fiesta, mas aún si voy acompañada de personas que se asombran y encantan como yo lo hice desde la primera vez que llegué a estas tierras tan bellas en donde se dan casi 70 tipos de uvas (18 principales y más de 50 en experimentación) y también las mejores personas que he conocido en el mundo.

Así como el maridaje excelso de Carla Figueroa y Eliecer Rodríguez, alumnos del Doctor Torres Alegre y dueños de Duoma Vinos quienes nos hipnotizaron con su fermentación en barrica, algo que yo nunca había visto, y quienes tienen un proyecto e historia encantadora que en la próxima columna les platicaré mucho más ampliamente.

Por ahora me limitaré a decirles que los maridajes existen miles así como tipos de comida y bebidas, el “trabajo” consiste en saber degustar y decidir con nuestro paladar todo lo que podemos encontrar y disfrutar.

Como dice mi buen amigo y mejor sommelier de México, con quien me encantó coincidir y compartir con su familia este viaje, ¡Proost!

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