A MEDIA SEMANA

Sostenido en el ego

Por: Eugenio Reyes Guzmán*
jueves, 23 de septiembre de 2021 · 00:00

Hace días volví a ver la que ha sido considerada una de las fotos más emblemáticas de la política exterior de los últimos tiempos: la canciller alemana Ángela Merkel, flanqueada por el presidente de Francia y el primer ministro de Japón, inclinada sobre una mesa y mirando desafiantemente a un elusivo expresidente Trump.

Esa foto fue captada durante una de las últimas reuniones del G7 donde hablaron de los frentes que arbitraria y unilateralmente había abierto el líder norteamericano afectando al mundo entero. Dicho sea de paso, esa valiente mujer llegó a ser la primera fémina en ocupar el puesto de canciller, permaneció al frente del gobierno 16 años y, a pesar de sus justas, pero incómodas decisiones, jamás perdió una elección, su índice de popularidad nunca bajó del 50% y al dejar su cargo, recibió una unánime ovación por más de seis minutos.

Como ejemplo de su talla, la determinada jefa de Estado contestó tajantemente a un morboso periodista que cuestionó el uso repetitivo de su vestido, que ella era “funcionaria pública y no modelo”. Y volviendo a la simbólica foto, la lente pudo captar de manera excelsa el mensaje no verbal de esa dama exhortando al heterodoxo expresidente que dejara de darle de patadas al pesebre geopolítico.

No cabe duda que la señora Merkel ejercía su libertad con responsabilidad social y colectiva, siempre apoyada por una brújula moral dirigida hacia lo empíreo.

Como un ejercicio de imaginación, ¿cómo sería el escenario si en vez del expresidente yanqui estuviese sentado frente a la decidida Merkel el mandatario mexicano? La comparación viene al caso por el sinnúmero de frentes abiertos que libra voluntariamente el Estado mexicano tan solo con el vecino país del norte.

Por inverosímil, ilógico, incongruente que resulte, el gobierno Azteca ha decidido morder la mano de quien le acerca la comida. Así es, cerca del 80% de la recuperación económica de México está directa o indirectamente ligada a exportaciones a EU, nuestro vecino ha sido el principal inversor extranjero en suelo mexicano, surte el 70% de las gasolinas, 60% del gas y el 47% del sensible maíz y, gracias a sus acertadas políticas contra cíclicas, México reporta records históricos de remesas internacionales.

Volviendo a la liada política exterior mexicana, mencionaré solo tres potenciales puntos de quiebre: el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), la propuesta mexicana de desaparecer a la Organización de Estados Americanos (OEA) y la inminente e incómoda reacción de México ante la propuesta de China de ingresar al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP-11).

Con respecto al DEAN, hay tres temas en la agenda norteamericana que le serán impuestos al gobierno mexicano. El primero es el asunto medioambiental directamente ligado a inversiones norteamericanas en energías limpias, mismo que es antagónico a los ineficientes y altamente contaminantes monopolios de CFE y PEMEX.

Considerando la teoría de los vasos comunicantes y el presupuesto norteamericano de dos billones de dólares, sería ingenuo suponer que no le exigirán a México un giro de timón. El segundo tiene que ver con la amenaza mexicana de expulsar del país a los agentes de la DEA y los 90,000 millones de norteamericanos que murieron el año pasado por abuso de estupefacientes cuyo origen o trasiego fue el suelo azteca.

Aunque no de forma limitativa, como último punto está la rampante migración, exacerbada por los 12,000 haitianos detenidos en suelo texano. Digan lo que digan, más allá del discurso nacionalista y de la retórica de la autonomía de los pueblos, México tendrá que hacer lo que deba y no basar sus decisiones sostenidas en su ego ideológico.

Tocante a la propuesta mexicana de desaparecer a la OEA comunicada durante la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a todas luces, nació muerta. Veamos, los orígenes de la OEA como organismo multilateral, formalizada en 1948 en Bogotá, datan de 1890 con la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas, mudando en 1910 a la Unión Panamericana.

Sus tres pilares fundamentales, todos contrarios al comunismo cubano, son: la defensa de la democracia y los derechos humanos, el desarrollo integral y la seguridad multinacional. Con ello en mente, ¿en qué cabeza cabe pensar que los miembros del CELAC iban a apoyar dicha absurda propuesta?

Por principio de cuentas, el evento estuvo desangelado con el desaire de la mitad de los jefes de estado, destacadamente de las naciones de mayor tamaño. Mas aún, algunos de los mandatarios se enfrascaron en un acalorado debate señalando vehementemente los errores del comunismo y suscribiendo su filiación a la democracia norteamericana. Creo que a México le salió “más caro el caldo que las albóndigas” pues perdió credibilidad como líder regional y dilapidó en cielos norteamericanos una valiosa bala diplomática.

Aunque no se haya concretado nada y quizás se quede su solicitud en el limbo per secula seculorum, aprovechando la inacción de parte de EU, China ha levantado la mano para unirse al TPP-11 y precisa de la reverberación de los países miembros.

Qué paradoja ya que fue precisamente el expresidente Obama quien impulsó lo que hubiera sido el mayor y más ambicioso acuerdo comercial, el TPP, pero no contaba con que Trump se saldría a escasos días de haber tomado protesta como presidente.

La salida de EU fue políticamente incoherente ya que justamente pretendía aliarse con todos los países de Asia dejando fuera justamente al que ahora clama su adhesión.

Pues bien, aunque por la “píldora venenosa” del T-MEC que impide a sus socios firmar acuerdos con economías que no sean de mercado, México realmente no tenga permiso de dar su voto aprobatorio a China, quizás se vea tentado a insinuarlo como táctica negociadora. Nuevamente, sería un esfuerzo sonoro, pero fútil e inerte, pues los demás países jamás se pondrían con “Sansón a las patadas”.

Es un hecho que hay que saber escoger las batallas y dejar de estar dando “sin ton ni son” escopetazos geopolíticos. Quizás habría que aprender con humildad de la brújula moral que utilizó Merkel para guiar a su nación hacia verdes praderas y dejar a un lado la soberbia ideológica sostenida solo en el ego comunista que solo produce miseria. Después de todo, como decía San Agustín: “La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios”.

*Economista y director general del World Trade Center, Monterrey, UANL
 

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