HOY EN LA PLAZA

Dudo, pienso… Luego me asusto (Continuación)

Por: Ricardo Harte*
lunes, 27 de septiembre de 2021 · 00:00

Los pájaros se habían ido. Como todos los días, tempranito levantaron vuelo a recorrer los territorios.

En el café matutino, los amigos del diario se reunieron y ya entrados en el tema que habían interrumpido días atrás.

- Habíamos quedado en ordenar los tópicos que intervienen en ele tema de la interrupción del embarazo ¿verdad? – abrió fuego Agustín.

- Sí, así fue – agregó D. Sebas- Porque estábamos poniendo en un mismo paquete y al mismo tiempo todos los temas y cuestiones que el tema congrega.

- Bueno, pero todo está relacionado ¿No?
- Sí, es cierto. Pero para poder avanzar en las reflexiones y conclusiones de estas charlas, debemos, como en todo proceso de observación y análisis, separar el todo en sus partes y después hacer el proceso inverso de reunir e integrar las partes. Pero si alguien de nosotros ataca el tema desde el ángulo de la ley, pero el otro le contesta desde el ángulo de la moral y un tercero interviene desde la mirada de la religión, se convierte en un diálogo de sordos, en que cada quien deja que el otro se exprese, pero no está escuchando sino pensando en cómo va a defender sus puntos de vista. Y es indudable que, si buscamos un pedacito de la verdad, debemos abandonar la actitud de intentar ganar una discusión y sumar una actitud de encontrar, entre todos, esa verdad. O e construirla.

Mercedes escuchaba atentamente.
- Pues me da la impresión Don Sebas - intervino- que lo que usted plantea es que debemos llegar a un acuerdo para que las discrepancias desaparezcan ¿Será ese el objetivo de construir la verdad? ¿Hacer desaparecer las discrepancias, las diferencias de pensamiento, de creencias?

- De ninguna manera mi querida Mercedes. Sobre todo en un tema como éste, en el que hay racionalidades claras pero, también, emociones, creencias, actos de fe muy profundos, muy vitales. Lo que se intenta en un diálogo de “escuchantes”, es que entendamos al otro, entendamos al diferente, desacralicemos conceptos que nos parecen piedras angulares del pensamiento humano y, con el diálogo, se van entendiendo como formas de ser, de hábitos y costumbres que jugaron un papel esencial en tiempos pasados y ahora se han convertido en obstáculos para aceptar un mundo que cambia, que se transforma, que se va encontrando a sí mismo. No es el objetivo llegar a construir una nube de coincidencias, una especie de “Mundo Feliz”, en que no haya discrepancias ni diferencias de opinión. Si eso sucediera, sería la muerte del pensamiento analítico, de la búsqueda de la verdad. No olvidemos que es casi seguro que la raza humana jamás logrará llegar al punto de afirmar “ya llegué, ya no tengo dudas, ya lo sé todo”. Esa especie de “paz mental” es la paz de los cementerios. Justamente esa es una de las características de los movimientos fundamentalistas, extremos, tanto de izquierda como de derecha. No aceptar la duda, no aceptar la discrepancia, no entender al diferente. Esos movimientos neo fascistoides, son la negación violenta de la duda, del pensamiento, del cuestionamiento.

- ¿Entonces nunca podemos estar seguros de nada? – lanzó Agustín.

- Creo que la palabra mágica para contestar a tu pregunta es…Equilibrio. Estos diálogos “escuchadores” son, como lo hemos dicho, un camino para ir construyendo pedacitos de la verdad. Es un gran rompecabezas que jamás terminaremos de completar. El equilibrio significa poder definir principios de vida universales, comunes a toda la humanidad, y, por otro lado, seguir dudando de todo lo demás, seguir buscando explicaciones, respuestas. Es el fenómeno del Serendipity…tengo un camino que quiero recorrer, un tema que investigar, pero estoy atento a todo aquello inusual, imprevisto que surge en el camino.

- Bueno…me tengo que ir -murmuró Agustín- Por lo menos estoy seguro de algo: estos diálogos se están poniendo cada vez mejor.

Las risas bordaron la brisa.

La Plaza despertaba.
*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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