PSICOLOGÍA INFANTIL

El miedo en la infancia: realidad o ficción

Por: Laura Elena Beltrán Padilla*
jueves, 30 de septiembre de 2021 · 00:00

Para entender a un niño tienes que conocer su entorno, el cómo vive y con quién. Un pequeño va formando lazos afectivos cuando se siente seguro, lo ideal, es que la madre lo reciba con los brazos abiertos desde el primer aliento.

El cómo se introduzca a un pequeño a la vida, en diversos ambientes, conllevara al desarrollo de ciertos rasgos de personalidad e inclusive, a una patología. De las buenas y malas experiencias se aprende mucho, “el ejemplo arrastra”, bien dicen. Todo va tomando sentido y se va proyectando hacia el exterior, con el paso del tiempo.

Hay situaciones que el niño experimenta, que lo rebasan, y no porque el padre o tutor lo hayan deseado, sino porque la naturaleza lo ha sorprendido en un momento dado, que le lleva a la incertidumbre, angustia y, en ocasiones, hasta la depresión.

Por ejemplo, cuando uno de los padres desaparece, sin más… dice adiós y no vuelve, por ser víctima de una circunstancia dada; a esto se le conoce como perdida ambigua y es parte de un duelo intermitente en donde queda la “ilusión” del volver a ver a la persona amada. Los pequeños, aun siendo pequeños, sienten la ausencia y la sufren también.

La vida está llena de desafíos que dejan huella e impactan en lo más profundo del corazón. En mi experiencia clínica, se me vienen tantos casos a la mente; como el de un pequeño a quien, a su tierna edad, se le vio afectado por situaciones muy complejas.

Él iba de viaje con su familia y tuvieron un percance en carretera, un choque frontal, que le hizo perder a sus padres y dos hermanos. El pequeño estuvo en coma por el lapso de cuarenta días y, al despertar, lo primero que vino a su memoria fueron fragmentos de sus seres queridos, acompañados de un gran vacío y dolor emocional. Los terrores nocturnos lo persiguieron por un tiempo.

Otro caso, el de un niño de 6 años a quien el sueño le fue arrebatado, debido a las ráfagas de metralleta y estruendos que sonaban muy cerca de él. Hubo una redada entre la policía y unos vecinos de su hogar, quienes traficaban con arsenales y drogas.

En la persecución, allanaron su casa la policía ministerial y el ejército, con el fin de acorralar a los malandros por el patio trasero. Esto ocurrió en nuestra querida ciudad. El pequeño quedó con una secuela, alteraciones del sueño y ansiedad generalizada.

Como estos casos, algunos miedos son infundados ¿Cuántas películas nos dan impotencia al ver a niños en alto riesgo ambiental? Tristemente, estos miedos forman parte de la realidad de muchos pequeños que crecen en un entorno de desamparo y/o desasosiego, porque una circunstancia los llevó a sufrir de inseguridad. Un niño que crece en situaciones de conflicto, aprende a vivir en la tragedia e intenta sobrevivir a ello, para bien o para mal.

El miedo, no cabe duda, forma parte de la naturaleza del estar vivo y permite reaccionar ante situaciones de riesgo o peligro. Un pequeño debería de tener la oportunidad de crecer en un ambiente familiar y social más sano.

Debería de enfrentarse solo a miedos comunes, como son: oscuridad, arácnidos, personajes terroríficos, enfermedad, muerte, catástrofes naturales, etc. Mucho asimila el niño de la reacción de los adultos. El cómo se le ayude a enfrentar experiencias cotidianas, influirá en el rumbo de su vida.

Pregunto: ¿Cómo se puede resarcir a un niño en momentos de extrema inseguridad, familiar y/o social? ¿De quién depende el velar por sus miedos y sueños? El compromiso es de todos, claro está, de las políticas públicas, de nuestra sociedad y país.

*Posgrado en psicoterapia de niños

laurabelpad@gmail.com

 

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