DESDE LA PLAZA SANTO TOMÁS

Lo que sucedió mañana. 130 - septiembre 2027

Por: Ricardo Harte*
lunes, 6 de septiembre de 2021 · 00:00

¡Ciento treinta reuniones en la Plaza Santo Tomás! Ciento treinta diálogos en un escenario futuro (año 2027) en el que pudimos observar una Plaza consolidada, intensa, viviente. Una Plaza que era ya parte esencial de la vida social y cultural de Ensenada.

¿Por qué nos trasladamos en el tiempo?
Porque cuando comenzamos estos “raccontos” del futuro, quisimos imaginarnos, aplicando los principios más elementales y obvios del sentido común, un escenario posible, necesario, adecuado, imprescindible y con ello colaborar en salirle al paso a las miopes visiones de aquel momento (2019), que se oponían a que la autoridad aceptara facilitar la construcción de un espacio social, verde, público y cultural, argumentando la “privatización del espacio público”, “intereses de grupos privados”, “caos vial” y “enajenación de la propiedad pública”.

Con esa idea tomamos la nave del tiempo y observamos, durante 130 semanas, qué pasaría en el futuro en esta Plaza de Santo Tomás.

Observamos los jardines, las sombras, las brisas, las risas, los diálogos de amigos, los encuentros de enamorados, el silencio de los motores, la ausencia de los neumáticos, el disfrute de la música, de las exposiciones, de las conferencias, de la gastronomía, de los productos genuinos de la región.

Todo ello, repetimos, a partir de la lógica del sentido común y de la observación del comportamiento de espacios similares en otras ciudades, en otras latitudes.

Actualmente, Septiembre de este año veinte veintiuno, podemos afirmar, y festejar, que las voces constructoras de ciudadanía triunfaron y la autoridad aprobó el comodato gracias al cual se clausuró el tránsito vehicular (dejando un carril para vehículos de emergencia) de la calle Miramar entre la sexta y la séptima, para inaugurar el espacio (sumando propiedad privada y propiedad pública) destinado al uso público de toda la sociedad ensenadense.

Se inauguró la Plaza Santo Tomás.
Claro está que las voces disidentes no han callado (y no callarán jamás, posiblemente, hasta que encuentren otro tema en el cual concentrar los dardos del escepticismo, de los intereses, de la negatividad).

Incluso voces muy “doctas”, como un arquitecto sumamente protagónico, que el día de la inauguración afirmó que eso no era una plaza, que era una plancha de concreto a la que se la había puesto tres arbolitos en macetas.

El día de la inauguración se festejó el comienzo de la construcción de un lugar público, del y para la comunidad.

Un lugar que, gracias a un proceso paulatino, en poco más de un año fue adquiriendo las características y bondades de un lugar para la gente y por la gente.

Bueno. Este “Coro griego”, que ha sido testigo y relator de los “sucedido” en el futuro, se traslada ahora al presente (Septiembre del 2021) y continuará relatando, de la columna 131 en adelante, los aconteceres de este espacio, que ya es una realidad, que ya está apropiado por la comunidad.

Pero antes de ello, intentaremos observar el último diálogo de nuestros amigos, agrupados en torno a un tinto Único de insuperable calidad.

Esta vez estaban reunidos todos los integrantes de la porra Plaza: Mercedes (la catedrática), la Sra. Elsa (ama de casa), Agustín (el joven historiador), el Inge. (misterioso personaje que muy pocas veces había abierto la boca) y Don Sebas (el veterano arquitecto que, más de una vez, fungía como moderador de las acaloradas controversias).

- Pues fíjese Don Sebas- intervino Mercedes- que nuestros diálogos han sido, por lo menos para mi, enormemente ricos. Los valoro y me han abierto “ventanas” del entendimiento y han puesto mis creencias, mis paradigmas, en la mesa de las discrepancias, de las diferencias. Han abierto mi perspectiva de observación.

- Para mi también- agregó Agustín-. Sin duda. El exponer lo que uno opina, lo que uno cree sobre un cierto tema y arriesgarlo a la duda, al descubrir otra manera de ver las cosas, al permitirse uno la incertidumbre de la duda, me ha enriquecido en mis ideas, en mis principios, en mis creencias.

- Por mi parte- sumó el Inge. en una intervención sorprendente- me ha enseñado a escuchar.

- Si, claro. Pero querido Inge…usted exageró. Casi nunca se la ha oído su voz- señaló Mercedes en medio de carcajadas.

La Sra. Elsa estaba muy callada. Con la vista fija en su copa de tinto no movía una ceja, no acusaba ningún movimiento.

- Creo que ha sido una etapa enormemente enriquecedora- opinó Don Sebas- Hemos abordado temas muy delicados, sensibles, y siempre lo hemos hecho con respeto, seriedad y profundidad. Bueno…así es como lo he vivido yo. Pero… ¿usted qué opina Sra. Elsa? Está muy callada.

- Pues…Sí. Estoy callada. No sé bien cómo intervenir. Porque tengo sentimientos encontrados. Por un lado confieso que han sido diálogos muy ilustrativos para mí, pero, por otro lado, me siento incómoda cuando ironizan con alguna de mis ideas o creencias. No sé. Debo admitir que siempre me he sentido tratada con respeto. Pero aún así, me resulta muy difícil exponer mis pensamientos y que los mismos sean vapuleados por pensamientos opuestos, cuestionadores, ásperos.

- Sí, sí, sí- continuó Don Sebas- Es indudable que existen posiciones ideológicas muy elaboradas, sembradas desde una muy tierna infancia, con pesos heredados, con cánones sociales y hábitos y costumbres que conforman un marco ideológico sumamente férreo e inamovible. Así es. Pero le admiro, Sra. Elsa, que aún así, usted ha continuado arriesgándose con esta bola de gañanes ideológicos y ha dado la lucha para defender sus ideas. Eso, para mí, es la verdadera valentía: exponerse al escarnio, a la duda, a la confusión, sin perder la calma, argumentando sus puntos de vista y, sobre todo, escuchando a las voces diferentes.

- Bueno Don Sebas, eso de “sin perder la calma”, pues…quién sabe, porque más de una vez yo he visto a la Sra. Elsa buscando con la mirada alguna botella para estrellármela en la cabeza,- exclamo Agustín.

Las risas fueron estruendosas. Hicieron que varios gorriones se alejaran ofendidos ante el escándalo y algunos de los niños se detuvieron en sus corretizas para observar con curiosidad a esta bola de locos que festejaban y brindaban por algo que los pequeños no entendían.

El sol se apagaba. Las sombras iban haciéndose más oscuras. La brisa vespertina comenzó a sacudir las hojas que parecían saludar nerviosamente a nuestros amigos que se despedían de este balcón, de esta ventana al futuro.

Lo que Sucedió Mañana cerraba sus ojos.

Ahora veremos lo que Sucede Hoy.
*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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