BARÓMETRO POLÍTICO

La hegemonía de las corporalidades

Por: Susana Silva Gallardo*
martes, 7 de septiembre de 2021 · 00:00

El pasado domingo, concluyeron los decimosextos Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 con una extraordinaria participación de las y los atletas de México, quienes finalizaron la justa con un total de 22 medallas.

A pesar de esta destacada actuación, en principio poco se habló de los Juegos Paralímpicos en los medios mexicanos, aunque con la llegada de las medallas, la atención que recibieron incrementó, pero nunca al nivel de la cobertura que se dio a los Juegos Olímpicos. Esto, entonces, abre nuevamente la discusión entorno a la diversidad funcional y el capacitismo, no solo en México, sino en el mundo.

Tomando esto en cuenta, hay que recordar que los modelos y estructuras en las que vivimos día con día, nos han enseñado a existir en un sistema de hegemonías. En años recientes, las discusiones críticas entorno a temas como el de la clase y la raza han tomado más vuelo y, de a poco, abarcan más y nuevos entornos en los que anteriormente no se mencionaban.

A pesar de esto, las tesis y argumentos que apoyan estas distintas formas de pensar y ver el mundo, se encuentran cada vez más con cierta renuencia por parte de ciertos sectores poblacionales. ¿Incomodidad? ¿Incredulidad?

Lo que es cierto, es que todavía se sigue poniendo en duda que exista un sistema que beneficia más a unos que otros, lo que termina por invisibilizar las complejidades que atraviesan a las personas a partir de categorías como el género, la raza, la clase, la funcionalidad corporal.

Por ello, se habla de cómo el sistema de hegemonías se sostiene a partir de una supuesta “normatividad”, que básicamente se convierte en la “vara” con la que se mide a todos. Este concepto es especialmente importante en las personas de la diversidad funcional, pues esta supuesta normatividad da paso a un tipo de discriminación de la que no muchas veces se habla: el capacitismo.

El capacitismo construye entonces un régimen donde las ideas, prácticas e instituciones que lo componen imponen un “cuerpo modelo” que constituye lo que es normal.

Al igual que en la raza, la clase y el género, la discriminación enraizada en el capacitismo tiene formas que son más visibles unas que otras. La infraestructura es una forma visible del capacitismo, donde la inexistencia o el deterioro en vías públicas, edificios o transporte público obstaculizan el acceso a espacios públicos/privados y al libre movimiento de las personas de la diversidad funcional.

Por otro lado, el lenguaje al igual que puede ser clasista y racista, puede ser capacitista. Desde famosos dichos hasta la jerga casual y los coloquialismos, el lenguaje llega a tener un componente de opresión que, aunque no estemos conscientes de ello, en su origen provienen de un prejuicio o directamente acciones/pensamientos discriminatorios hacia personas de la diversidad funcional.

Invisibles o visibles, las estructuras capacitistas a las que se enfrentan las personas de la diversidad funcional son bastantes, y no sirve simplemente recurrir al discurso de “inclusión” como forma de asimilarlos a la idea preconcebida de lo que es “normal”.

Por ello, es importante partir de la concientización del anti-capacitismo, apuntando a la desestructuración de prácticas e instituciones que sostienen estas hegemonías, entendiendo que no existe una supuesta “normalidad”, solo personas.

*Lic. en Relaciones Internacionales por el TEC de MTY campus Guadalajara

susanasilvag96@hotmail.com

 

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