BAÚL DE MANÍAS

Hablando del Rey de Roma…

Por: Cristina Álvarez-Astorga
martes, 18 de enero de 2022 · 00:00

… y él, que se asoma. Ese es un dicho era muy socorrido en tiempos de mi abuelita. Y en los tiempos de María Canica, podrá usted pensar. Bueno. Mi abue y María Canica eran prácticamente contemporáneas. Me preguntaba yo, a la hora de comenzar a confeccionar esta columneja, si todavía se usa. Acá en México se completaba con “y él, que se asoma”.

Me imagino que es un dicho que nació allá en la (mal) llamada “Madre Patria”, o por lo menos, allá “en las Europas”, como solía decirse... Probablemente en la (mal) llamada Madre Patria lo completaban con “y el gilipollas que se asoma”.

Aunque, en realidad, no era (ni es) necesario completarlo. Con la primera parte ya sabemos que se usa para hacer referencia a que la persona que acaba de llegar es de la que estábamos chirimoleando.

Pero, volviendo al dicho, acaso (estimado, paciente y culto lector) le resulte igual de interesante que a mí el hecho de que originalmente el dichoso dicho que ya le he dicho (jajá) no decía “rey”, sino “ruin”.

Ajá. Porque Roma nunca ha tenido rey. El “ruin” al que hace alusión el dicho no era otro sino el mismísimo Papa de Roma. Pero la cosa se complica cuando la Corchea se entera de que hubo un periodo de la historia de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete Obispos de Roma residieron en la ciudad de Aviñón.

La cosa es que a veces se confunde este Papado de Aviñón (1309-1377), con otro período de la historia de la Iglesia Católica, entre 1378 y 1417, conocido como el Cisma de Occidente, en el cual la Iglesia se encontraba dividida bajo dos obediencias, la del papa residente en Roma y la del antipapa residente en Aviñón. Ajáááá. Tons, igual y a lo mejor el (mal) llamado “antipapa” aviñonés fue el primero que comenzó a decirle “ruin” al de Roma…

En fin. Hablando de papas, yo prefiero hablar del Papa Urbano VIII, bajo cuyo pontificado Allegri, que compuso su maravilloso Miserere (1638). Este Miserere se compuso para ser cantado en la Capilla Sixtina (en la Basílica de San Pedro), los miércoles y viernes durante los maitines de Semana Santa. En un principio, se impuso una prohibición de ejecutar la obra fuera de ahí; incluso se amenazaba con la excomunión a quien la copiara…

Dice la leyenda que cuando Mozart tenía 14 años, tras escuchar la obra tan solo una vez, la transcribió al papel, de memoria, para luego hacerle correcciones menores en una segunda ocasión. El Papa, al enterarse de lo sucedido, no solo no lo excomulgó sino que lo nombró caballero de la Orden de la Espuela de Oro.

Lamentablemente, la copia de Mozart no ha sido conservada. Algunos aguafiestas, digo, autores (por ejemplo, Ben Byram-Wigfield) consideran que los detalles de esta leyenda son una invención del siglo XIX, basada en el desconocimiento de la fecha en que Mozart estuvo en Roma (y, por lo tanto, de la música que escuchó), en (importante) que el chamaco no fue excomulgado, y en el pequeño detalle de que, pese a la prohibición, se podían obtener copias con relativa facilidad… ¿Pudo ocurrir que Mozart comprara una copia en vez de transcribir la pieza de memoria?

Ay, no sé. Luego le sigo platicando. Ahorita nomás quiero oír el Miserere.
https://www.youtube.com/watch?v=XYjojFcMzUw .


bauldemanias@hotmail.com

 

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