DÍA DEL SEÑOR

III Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo C

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva” (Lc 1, 1-4; 4, 14-21) Por: Carlos Poma Henostroza
sábado, 22 de enero de 2022 · 00:42

El evangelio de hoy nos dice que Jesús, después de haber realizado su primer milagro en Caná de Galilea, comenzó a enseñar en las Sinagogas. En Jerusalén existía un solo Templo, cada pueblo tenía su propia Sinagoga, donde cada sábado, se celebraba un oficio litúrgico en el que era fácil participar para leer y comentar la Palabra de Dios.

Jesús, decide ir a Nazaret, el pueblo donde había crecido y vivido y aquel sábado, no por casualidad, sino providencialmente le tocó “ el volumen del Profeta Isaías donde estaba escrito” lo que se refería a la misión del Mesías.


Siempre que se leía este trozo, la gente pensaba en ese Mesías tan esperado por todo el pueblo de Israel. Pero ese día en que Jesús lee lo dicho sobre Él, se le ocurre rematar la lectura diciendo:

“Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Imaginemos ahora el asombro de los presentes. ¿Cómo puede ser posible esto? ¿No es éste Jesús, el hijo del carpintero? Nazaret era una ciudad pequeña, todos lo conocían como un hombre cualquiera, y ahora venía a decir que era el Mesías.

La discusión que se suscitó terminó con la conocida frase de Jesús, que “nadie es profeta en su tierra”.

Y hasta trataron de empujarlo por un barranco, pero Él se les desapareció sin que se dieran cuenta.

Jesús anuncia que Dios va a actuar a través de él, para eso le ha ungido con su espíritu y le ha enviado. Jesús llama hoy también a que le sigan quienes quieran participar con él en su misión de presentar la Noticia de Dios y trabajar por realizarla.

A Dios no le agrada, que en este mundo unos hombres hagamos sufrir a otros. Dios siente el dolor, el sufrimiento de los oprimidos y envía a su Hijo para presentar la Buena Noticia y poner remedio. Nosotros conocemos, que en la vida en la que vivimos, hay personas que afrontan situaciones difíciles, realidades parecidas a éstas que Jesús denuncia, donde se espera ver personas con una conducta íntegra, que ayuden a vivir.

Todos vivimos hoy rodeados de muchos que sufren y a los que se puede aliviar, se les puede curar en sus sufrimientos, y se pueden y deben suprimir las injusticias que padecen.

El Espíritu de Dios sobre nosotros para hacernos portadores de la buena noticia del evangelio. Esta asamblea eucarística es esencialmente profética y misionera. Todos hemos sido ungidos por el Espíritu en nuestro bautismo y hemos sido enviados a la misma misión de Jesús, en comunión con él.

cpomah@yahoo.com

 

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