HOY EN LA PLAZA

Comencemos por el final…

Comenzando un nuevo año, a este coro griego se le ha ocurrido rememorar una conversación que sucedió hace tiempo atrás, entre nuestros conversadores de la Plaza… Por: Ricardo Harte*
lunes, 3 de enero de 2022 · 00:00


La última reunión de amigos a este comentario había llegado.

Mercedes se acurrucó en su sillón de la cafetería y acariciando el cuarto café del día, reafirmó:

- Sí, Don Sebas, está chido. Me queda claro que para ello se generó el Parque Santo Tomás: para que existamos como comunidad.

En ese sentido- continuó Mercedes- quiero contarles una experiencia que tuve en mi consultorio, hace unos días atrás.

Porque es una experiencia que borda en ese sentido. En el sentido de convivir, de encontrarse, de descubrirse.

Los demás integrantes de la “banda” alertaron antenas, se acomodaron mejor para no perder detalles y guardaron silencio. Porque el relato de una terapeuta sicoanalista, y que además lo antecedía como un caso de su terapia, prometía ser un chisme sabrosísimo. Anónimo, en cuanto a sus personajes, pero sabroso igual.

- Pues resulta que semanas atrás- continuó Mercedes- apareció en mi consultorio una señora de pelo blanco, abundante, corto, muy erguida, delgada, vestida muy elegante. Lo primero que me impactó fue su mirada y su sonrisa.

Me saludó con tenue palabra y se sentó suavemente, como si flotara. Después de las presentaciones usuales, le apliqué la pregunta de rigor: “cómo llegó a mi consultorio?”.

Su respuesta fue el preámbulo a una serie de sorpresas: “tú no te acuerdas, pero meses atrás diste una plática en la Plaza Santo Tomás sobre igualdad de género. Me gustó mucho. Me acerqué al final a ti y te pedí tu tarjeta. Tú me diste tus datos” “Los milagros, que dicen suceden, en la Plaza” agregó riendo.

“Mire Doctora, yo no tengo claro por qué estoy aquí. Tengo 88 años, soy viuda desde hace 10 años y siempre había tenido la curiosidad de desarrollar terapia. Y una razón que también me anima, es que quiero hacerlo ahora porque estoy viviendo una nueva etapa de mi vida”.

Mercedes, impactada con sus 88 años, comentó que frente a lo de “nueva etapa de mi vida”, pensó en un viaje, en algún hobby nuevo, o en algo un poco menos entusiasmante, como una enfermedad

“Pues Doctora, resulta- susurró sonriendo la señora- que estoy enamorada…”.

Debo confesar- agregó Mercedes-que la respuesta me dejó perpleja. No sabía bien cómo continuar con el diálogo y por primera vez en mi vida, tartamudée. “Ah! Este…muy bien!! Y cómo? Digo, cuándo? Este… ¡qué bien!”.

La señora me miró dulcemente, desde una profundidad oceánica, con una transparencia que poca veces he visto en unos ojos, sin perder su sonrisa tranquila y verdadera.

“El es mayor que yo…estamos bastante sanos. Nos conocimos en la Plaza Santo Tomás, el día de tu conferencia. Ya había olvidado yo lo que se vivía al caminar, tomados de la mano, en silencio y sólo sintiendo, sintiendo. Sintiendo las risas, las músicas. Sintiendo los murmullos de los diálogo”.

¿Cómo ven mis queridos camaradas de horas lerdas?- espetó Mercedes- ¿Verdad que también está chido?¿La vejez, la muerte no adquieren otras dimensiones con este ejemplo de vida?

¿No es cierto que este caso, real, auténtico, nos abre una perspectiva muy interesante para tratar estos temas de la adultez mayor?¿Hay edades para el amor? A ver? Qué opinan?

El grupo estaba silencioso. Ni siquiera se animaban a sorber al café. Lo sentían como el sacrilegio de romper la quietud en una catedral gótica.

Don Sebas levanto tímidamente un dedo hacia Mercedes.

- Soberbio Mercedes, querida Doctora. Sólo puedo agregar, desde mi perspectiva, que la vejez se construye desde muy joven y es la etapa de la vida en que vive a plenitud, en la medida en que esa juventud asi lo haya construido. Seguramente esta señora paciente tuya ha tenido la fortuna de viajar por la vida portando un espíritu de luz, de alegría.

Aún en los mayores sufrimientos.
- No es fortuna mi estimado D. Sebas, es decisión- contestó Mercedes.

- Bueno, no sé- intervino Agustín- el tema no queda terminado con blanco y negro. Hay grises

Así, una tarde más en la Plaza.
El tema, las palabras, los gestos se fueron con la brisa, bordando los árboles, las plantas.

Ya era noche.
*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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