DESDE EL VIGÍA

Dolorosa normalidad

Por: Editorial El Vigía
jueves, 6 de enero de 2022 · 02:00

En este momento más de 92 mil casos positivos de Covid-19, cubren la entidad; en Ensenada la cifra es de 13 mil 465 y en San Quintín 3 mil 392; los casos activos en la ciudad y puerto son de 422 y 38 en el Valle.

A la fecha llevamos contabilizadas mil 528 muertes en Ensenada y 193 en San Quintín, mientras que en toda la entidad han fallecido casi 10,946 personas.

Son tantos los casos y las muertes que después de 2 años del inicio de la pandemia, que ya nos estamos acostumbrando a esta dolorosa realidad, aunque está costumbre sea solo para quienes no han perdido un ser querido, porque es casi seguro, que, para quienes han tenido la desgracia de vivir en carne propia la desaparición de un familiar, la vida ya no es igual.

Hijos que han perdido a sus padres, padres que han perdido a sus hijos; vidas totalmente cambiadas; mucha gente cuya cotidianidad emocional, económica o laboral ya no es igual y sufren todos los días los efectos colaterales del maldito virus.

A pesar de las vacunas y los refuerzos aún hay personas que se niegan a someterse al biológico para proteger su salud, sus vidas y las de los demás, en una actitud irresponsable y poco solidaria con su propia familia y todos los que viven en su entorno.

Por ello el Gobierno del Estado ha tenido que emitir una advertencia para que todo aquel que acuda a lugares públicos en donde haya aglomeraciones, debe hacerlo portando su certificado o comprobante de vacunación.

Entendiendo las consecuencias económicas que eso pudiera tener, los bajacalifornianos debemos ser empáticos con dicha disposición, incluso apoyar las medidas de apremio que el Gobierno pudiera ejercer en contra de quienes incumplan con ese ordenamiento.

El gobierno por su parte no debe ceder a las manifestaciones de inconformidad; aproximadamente el 80% de la población está vacunada y tiene ningún problema para obtener el comprobante, eso debe ser suficiente para que la economía no se paralice o por lo menos que no resienta tanto la aplicación de esa norma.

El 20% restante es libre de ir a donde quieran, pero antes debe vacunarse y si no lo hacen, entonces que obligadamente se queden afuera. Cuando se anunció la apertura de la frontera para ir de compras a los Estados Unidos muchos que no estaban vacunados corrieron a inocularse el antivirus, no por responsabilidad social, sino por el gusto de gastar sus dólares en “el otro lado”.

Si ir a un mercado, a un restaurante, o a un antro, es una motivación para vacunarse y con ello se incrementan los índices de protección de la comunidad en contra del virus, entonces apoyemos al gobierno y pidámosle que no ceda en su propósito de proteger a la sociedad.

Antes que cualquier otra cosa, la obligación y prioridad número uno de todo gobierno es proteger la vida de sus gobernados.

¡Que se cumpla! O luego no nos quejemos.
 

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