UNA MIRADA HACIA LA INFANCIA

El sol vuelve a brillar

Por: Psic. Laura Beltrán Padilla*
jueves, 6 de enero de 2022 · 00:34

Con la salida del sol nace la oportunidad de un nuevo día. Así como el corazón late, el sol trabaja de manera constante y nos regala momentos de gran alcance, de luz y calor. Con la salida del sol, nace la inspiración. La mayor actividad terrestre se da a través de su energía, que nos posibilita el movernos y crear.

El sol, aporta vida y da frutos en tierra fértil. Así como las plantas, animales, y seres humanos, las estrellas tienen una función muy particular. No se diga la estrella más grande que nos ilumina durante el día, siendo el centro del sistema solar, su naturaleza es mantener la unidad.

Cuando el entorno está en sintonía, se enriquecen los elementos: Lo agradece el cultivo, la siembra y la cosecha, además del mar quieto y de la pesca tan nutrida. El clima demasiado frío, denso o nublado, acorta las posibilidades: la vida. Bien dicen que los días sin tanta luz y calor impactan en el estado de ánimo, paralizan emocionalmente e inclusive deprimen al más pequeño.

La respuesta al clima me hace pensar en la desprotección y sobreprotección de los adultos en un hogar. Mas aún, en el cobijo excesivo físico y emocional que aprisiona. Recuerdo en un día promedio, soleado, recibir a un pequeño de 4 meses muy irritado ¡A cómo no! ¡Parecía esquimal con un cúmulo de ropa y cobijas en exceso! Se habla de que los extremos son malos y suelen ser contraproducentes, debido a que un niño puede bajar sus defensas y ser enfermizo con el paso del tiempo.

El sol sigue su propio ritmo, la tierra su propio eje y el ser humano, según el ambiente que le rodee. Un niño está a expensas del adulto, por ello es importante enseñarle a tomar conciencia de lo natural y respetar, ser agradecido con la madre tierra y el universo. Entre más se cuide el exterior, mayor posibilidad de retroalimentar el interior, de vivir en un entorno más saludable.

Un pequeño, por lo general, dibuja un sol radiante cuando su inconsciente demanda cierta protección y seguridad; el arcoíris refleja la transición de un proceso complicado y un día nublado proyecta cierta tristeza y melancolía. La dimensión, por tanto, intensidad del color y lugar que se otorgue en una hoja, representan el estado emocional. Depende de muchos factores, lo que sí, el arte gráfico es altamente proyectivo.

Pregunto a los niños en esta temporada: “¿Qué clima te gusta más? ¿Un día lluvioso o con sol?” A lo que responden: “Un poco de lluvia para brincar en los charcos y de sol para ir a la playa”. No cabe duda, influyen el lugar en donde habitemos y la cultura para responder, ya que, andando por el centro en días lluviosos, las personas tendemos a resguardarnos y, en días soleados ¡Con un océano enfrente! a pasar de largo.

Al final, es importante formar niños pensantes que respeten la ecología y el entorno. Aprender de los ciclos vitales e invitar a la reflexión, pudiendo ser con la narrativa de cuentos, historias o aprovechar situaciones reales, según la etapa de desarrollo. Seguro surgen cosas significativas que perduren con el tiempo.

Hay que procurar, por tanto, disminuir el uso y abuso de la tecnología, sintonizarse con lo natural. Sólo así, se podrá desarrollar una visión más clara, analítica, y perseguir, ante todo, que el niño cercano sea más creativo y feliz. Solo así, se tendrá la oportunidad de ver el sol brillar y tolerar más un día nublado.

El sol sigue su trayectoria, irradiando luz y calor. Gracias a ello, podremos disfrutar de la atmósfera, revitalizarnos, valorar lo esencial, así como un nuevo amanecer.

*Posgrado en psicoterapia de niños

laurabelpad@gmail.com

 

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