DÍA DEL SEÑOR

Solemnidad del Bautismo del Señor. Ciclo C

“É1 los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego” (Lc 3, 15-16. 21-22) Por: Carlos Poma Henostroza
sábado, 8 de enero de 2022 · 00:29

Hoy celebramos el Bautismo del Señor. El evangelio de Lucas nos dice que Juan Bautista predicada e impartía en el río Jordán un Bautismo de conversión. Quien se acercaba al Jordán se reconocía pecador y deseaba cambiar de vida.

Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado, se acercó también a la ribera del Jordán, como cualquier otro de los que se estaban convirtiendo, a pedirle a Juan, su primo y su precursor, que le bautizara.

El mismo Bautista, que venía predicando insistentemente que detrás de él vendría “uno que es más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias” (Lc 3,15-16 y 21-22), se queda impresionado de la petición del Señor.


Jesucristo se humilla hasta pasar por pecador, hasta parecer culpable, pidiendo a San Juan el Bautismo de conversión, para identificarse con nosotros que somos pecadores.

Por eso cuando San Juan Bautista no quiere bautizarlo, Jesús le insiste como queriéndole decir: a ti no te parecerá adecuado, pero en realidad sí está en completa armonía con el motivo de su venida. Porque Cristo vino a identificarse con una humanidad pecadora: El vino a compartir nuestra culpa y a liberarnos de ella.

Cristo al ser bautizado en el Jordán, como una respuesta a esta actitud de humillación de Jesús, “se abrió el Cielo, bajó el Espíritu Santo sobre El en forma de paloma y vino una voz del Cielo: ‘Tú eres mi Hijo amado, el predilecto” (Lc. 3,15-16 y 21-22).


En el bautismo se manifiesta la Santísima Trinidad, el Padre habla, el Hijo hecho Hombre que sale del agua bautizado y el Espíritu Santo que aleteando cual paloma se posa sobre Jesús. En el Bautismo del Señor es que al sumergirse Jesús en las aguas del Jordán, le confirió al agua un poder de sanación espiritual, le dio significación especial al agua.

De allí que el agua sea la materia del Bautismo Sacramento, instituido después por Cristo, el cual nos borra el pecado original con el cual todos nacemos.

Recordar el Bautismo del Dios-Hombre es recordar la necesidad que tenemos de conversión, de cambiar de vida, de cambiar de manera de ser, de pensar y de actuar, para asemejarnos cada vez más a Jesucristo.

Es recordar la necesidad que tenemos de purificar nuestras almas en las aguas del arrepentimiento y de la confesión de nuestros pecados. Es recordar que en todo momento y bajo cualquier circunstancia necesitamos la humildad y la docilidad que nos llevan a buscar la Voluntad de Dios por encima de cualquier otra cosa.

Que nuestra vida se convierta en una continua entrega a la Voluntad de Dios, de manera que así como los cielos se abrieron para Jesús al recibir el Bautismo de Juan, se abran también para nosotros en el momento de nuestro paso a la otra vida y podamos escuchar la voz del Padre reconociéndonos también como hijos suyos, porque como su Hijo Jesucristo, hemos buscado hacer su Voluntad.

La fiesta del Bautismo del Señor nos invita a pensar en el valor y en el sentido de nuestro Bautismo, por el que nos convertimos en hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Nos abre la posibilidad de buscar la santidad en nuestra vida ordinaria y nos garantiza que la gracia de Dios no nos faltará.

Que Dios con su presencia trinitaria en el bautismo, los bendiga, acompañe y proteja siempre.

cpomah@yahoo.com

 

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