HOY EN LA PLAZA

Mmmm… el feminismo

Por: Ricardo Harte*
lunes, 28 de noviembre de 2022 · 00:00

Los amigos, habituales de la Plaza, decidieron, esta vez, reunirse en el Patio de Las Cubas.
Un pequeño rincón donde antes existían tres grandes círculos de concreto sobre los cuales se habían asentado sendas cubas metálicas para almacenar vino.
Hoy era una verdadera joya de calma, tranquilidad, sombra, buena música, buen vino y buen café, buena comida.
Se mantuvo uno de los círculos de concreto, el cual servía ahora como escenario para el desarrollo de la buena comida.
Al centro se plantaron varios árboles, rodeados de flores como collares de fiesta. Cobijaban con su sombra leal y permanente a las parejas que se murmuraban palabras secretas, sumergiéndose en sus pupilas insondables.
Hoy quiero leerles una nota que tiempo atrás recibí del Maestro José Antonio Lugo, gran escritor y mejor amigo -comentó Don Sebas-, mirando lentamente a cada uno de los amigos del grupo.
Venga Don Sebas -agregó Agustín-.
Bien, aquí les va…
"A mediados de los años veinte, Virginia Woolf fue invitada a brindar una conferencia sobre las mujeres. El resultado fue Una habitación propia. En este brillante ensayo la escritora inglesa afirma que la causa por la que las mujeres no habían logrado sobresalir hasta el mismo nivel que los hombres era la falta de una habitación propia, es decir, de un espacio físico y de unos ingresos que les permitieran tener el tiempo y la disposición para dedicarse a labores creativas. Tiempo y dinero también para ver el mundo, ya que de otro modo estarían condenadas a narrar las incidencias de un mundo frívolo, como les había ocurrido a George Eliot y a Jane Austen. Esta conferencia de Woolf tuvo una enorme influencia sobre las mujeres y, por supuesto, sobre los hombres y nuestra actitud ante ellas.
Ahora bien, Virginia Woolf tenía criadas, que no gozaban de la libertad que ella postulaba. La novelista española Alicia Giménez Bartlett, en su obra Una habitación ajena, pone el dedo en la llaga. La novela parte del descubrimiento de los diarios de Nelly Boxall, quien durante 18 años fue cocinera y sirvienta de Virginia Woolf. Con el paso de los años las relaciones entre las dos mujeres se fueron agriando. Un día, después de una nueva rencilla por los asuntos domésticos, fue al cuarto de Nelly:
- ‘Estoy muy nerviosa y no quiero hablar más, señora, por eso he venido a mi habitación’.
Virginia dio un paso adelante, puso una mano sobre la barandilla de la cama.
- Aquí no hay ninguna habitación que sea tuya, Nelly; ésta es mi casa.
Nelly se acercó aún más, la miró a los ojos. Quizás nunca habían estado tan cerca una de la otra, ni se habían mirado tan directamente.
- ‘Yo trabajo aquí, señora, y una parte del sueldo es esta habitación; de modo que ésta es mi habitación mientras viva en esta casa. ¿Quiere marcharse de mi habitación?’.
Hay que apoyar las causas que defiende el feminismo. No hay matices ni la más mínima duda al respecto. Pero muchas mujeres libres reproducen los mismos esquemas que critican con el personal doméstico, también mujeres. Señalo, sin embargo, que hay asociaciones que promueven el respeto de los derechos de las trabajadoras domésticas, incluso hay una iniciativa para que el patrón -o los patrones de forma proporcional- las afilien al Seguro Social. Es un tema que necesitamos debatir a fondo. Y, por supuesto y, sobre todo, debemos combatir el feminicidio y la violencia contra las mujeres."
Bueno, hasta aquí el texto de la nota de José Antonio.
Me pareció interesante leérselas, porque me asaltaron una serie de preguntas
¿Hemos resuelto el problema? ¿El planeta, cada vez más y más intercomunicado, tiene ya resuelta esta materia? ¿Qué tanto la hemos resuelto o qué tanto la hemos disimulado? ¿Hay hoy en día una verdadera igualdad y equidad de géneros?
¿Cómo la ven?
El grupo, algunos, intercambiaron miradas, otros fijaron su vista en la taza de café.
Bueno Don Sebas, usted viene muy campante y nos suelta, así nomás, esta provocación, picoteándonos las crestas -abrió fuego Mercedes, la académica- ¿Hoy, otra vez, desayunó gallo?
A ver, calma, calma Maestra -intervino Agustín, el joven historiador- A mí me parece que, aunque sea un tema provocador, no creo que la intención sea provocarnos. Digo, provocarnos en mal plan. Puede que sí, que haya provocación, pero con la idea de ver, nosotros, qué tan claras tenemos nuestras ideas sobre un tema que, me parece que nadie puede negarlo, es un tema más que trascendente.
La Plaza palpitaba lentamente. Sus signos vitales eran insuperables: calma, brisa, temperatura tenue.

*Arquitecto y catedrático uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx 

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