DÍA DEL SEÑOR

II Domingo de Adviento Ciclo “A”

Por: Carlos Poma Henostroza
sábado, 3 de diciembre de 2022 · 00:00

"Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos" (Mt 3, 1-12)
En el Evangelio de hoy, la voz de Juan el Bautista resuena también hoy en nuestra celebración eucarística. Su mensaje: ¡Conviértanse!, recobra su actualidad y nos obliga a mirar hacia dentro y a preguntarnos: ¿Qué tengo que hacer, de qué tengo que convertirme? La verdadera conversión nos lleva a la raíz, a lo profundo de nuestro ser para encontrar al Dios que viene. El sendero de la conversión no se traza sobre el terreno, sino en el corazón de cada persona; no se traza en el desierto, sino en la propia vida.
La conversión para Juan, con palabras metafóricas, consistía en preparar los caminos del Señor, allanar los senderos. En el interior de cada uno, pese a las muchas cosas buenas que tenemos, hay zonas de sombra: Hay soberbia, hay rencor que me impide perdonar, hay egoísmo que me hace ir "a lo mío", hay heridas que no tengo cerradas, hay tristeza que nunca se marcha. Y es de lo que tenemos que convertirnos y cambiar.
Mateo menciona a San Juan Bautista como aquél que Isaías anunciaba 700 años antes. La preparación que realizaba Juan Bautista no consistía en organizar los comités de bienvenida ni los desfiles ni las ofrendas florales. Se trataba de una preparación interior; los corazones debían transformarse a través de un proceso sincero de purificación. De ahí su llamado a la conversión, que conducía a un cambio de vida expresado a través de la inmersión en las aguas del río Jordán.
Denunciaba abiertamente aquellos comportamientos que se apartaban de los mandamientos de Dios. La franqueza con que denunciaba la hipocresía de los líderes religiosos lo llevaría, más tarde, a un enfrentamiento con el rey Herodes que le costaría la vida.
El profeta nos invita también a nosotros a enderezar los caminos y ¿cómo se enderezan?, ¿cómo se allanan los caminos del Señor? "Rebajar montes y colinas" significa rebajar las alturas de nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestra altivez, nuestro engreimiento, nuestra autosuficiencia, nuestra vanidad.
"Rellenar quebradas y barrancos" significa rellenar las bajezas de nuestro egoísmo, nuestra envidia, nuestras rivalidades, odios, venganzas. Son pecados que dificultan el poder vivir en armonía unos con otros, son pecados que impiden la realización de ese Reino de Paz y Justicia que Cristo viene a traernos.
San Juan Bautista es claro y exigente en su predicación: "Cambien de vida, arrepiéntanse... hagan ver los frutos de su arrepentimiento". Ese llamado del profeta de hace casi dos siglos sigue siendo vigente. ¿Hemos respondido? ¿O seguimos hoy con las mismas actitudes de hace dos mil años?
El Adviento nos invita a la conversión, al cambio de vida, a entregar nuestro corazón, nuestra vida, nuestra voluntad a Dios. Pero somos libres. Así nos hizo Dios. Al final del mundo tenemos dos opciones: Con nuestra libertad podemos escoger: ¿Queremos ser "paja" arrojada al fuego o "trigo" a ser guardado en el granero del Señor?
Vivamos, alegría y esperanza el Adviento, como un tiempo de preparación para recibir al Niño Dios, y reforcemos nuestro compromiso con la creación de un mundo nuevo para todos.
¿Cómo puedes preparar el camino que conduce a Jesús, qué piedras son las que te hacen tropezar, qué baches son los que te encuentras? Sólo si tienes ilusión y ganas por llegar a la meta, podrás llegar. No lo harás solo, pues hay otros muchos que te acompañan. Prepárate para la Navidad. No te dejes arrastrar por el mercantilismo, las de las cenas exageradas, el gasto inútil en regalos, las prisas.
Aprovechemos este tiempo de Adviento, tratemos de prepararnos para la Navidad como nos lo pide el Bautista y veremos qué es lo que vale la pena, si seguir la voz del Señor o dejarnos embaucar por tantas sirenas que nos ofrecen la felicidad.

Que Dios con su infinita bondad los ilumine, bendiga hoy y los acompañe siempre.

cpomah@yahoo.com 

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