CONVERSEMOS

Sí…conversemos

Por: Ricardo Harte*
viernes, 13 de mayo de 2022 · 00:00

La Plaza Santo Tomás, a lo largo de este corto tiempo, ha influido y participado en el desarrollo de la comunidad ensenadense y, como lugar social y físico, ya es un referente para los ciudadanos y para los visitantes.
La región, en su historia y sus características, se entiende mejor a partir de vivir la Plaza.
El ser social ha formado estos espacios y estos espacios han formado al ser social.
La Plaza ha sido, también, un lugar para recuperar el silencio, las sombras, la escritura.
Recuperar muchas cosas esenciales que se han debilitado ante el atropello de la tecnología que nos ha invadido de trivialidades, de ruidos, de imágenes vacías.
Recuperar el espacio de silencio que nos queda en la lectura. 
“El libro, estancia del silencio, es el depósito de la memoria, el antídoto para el caos del olvido, lugar donde la palabra yace, pero siempre en vela, dispuesta a acudir silenciosamente al encuentro de quien la solicite. Amigo discretísimo, el libro no es petulante; sólo responde cuando se le interroga y no urge a continuar cuando se le pide hacer un alto. Repleto de palabras, calla”.(J.A.Lugo)
Recuperar la oscuridad con la que disfrutamos las estrellas. 
Las ciudades ya no están jamás a oscuras. 
“El hombre había extraído de la alternancia entre el día y la noche, entre la palabra y el silencio, los símbolos que le permitían definir realidades interiores; hoy estos símbolos han dejado de funcionar. Nuestra existencia se ha empobrecido por no saber ya traducir en formas interiores esas experiencias primordiales”.( Tacet: un ensayo sobre el silencio, de Giovanni Pozzi (1923-2002) monje, catedrático de literatura italiana en Friburgo).
Recuperar la escritura, entendida como el diálogo entre la mano y el cerebro, que ha sido sustituida por la inmediatez del teclado. 
Recuperar la conversación, el diálogo. Aprender, otra vez, a escuchar al otro.
Y la Plaza ha sido, después de las duras batallas en favor de las necesidades de la comunidad y en contra de los intereses de la conceptualización errónea de lo que es un “negocio”, el lugar de la recuperación del diálogo, del descanso, de la lectura, del silencio, de la diversión, del consumo.
Un lugar de todos.
Con el tiempo se demostró que un espacio pensado y diseñado para la gente, así de abarcante, debe ser resultado de la apropiación de la comunidad mediante su uso, su disfrute, su evolución.
A un arquitecto de nombre reconocido se le preguntó si el diseño que había hecho de un parque de barrio en una ciudad sudamericana no tendría senderos peatonales que facilitaran la vinculación de cada uno de los puntos de dicho parque. Contestó: “Esos senderos son para la gente ¿no? Pues que lo haga la gente. Una vez marcados por el caminar de los usuarios, nosotros les haremos algún tipo de acabados, de mantenimiento.” 
Y así fue. Los senderos del parque tomaron una traza insólita, resultado del uso verdadero de la comunidad al apropiarse de ese espacio.
La anterior historia ilustra la idea de una Plaza no se hace exclusivamente como resultado de un Proyecto Arquitectónico magistral, sino que, fundamentalmente, a partir de un Plan Maestro, la apropiación de la colectividad va marcando las necesidades, los acentos, los requerimientos.
Y así es cómo surgió este espacio de y para la comunidad, comportándose, en estos años, desde su apertura, al igual que un ser vivo.
Todo el espacio se ha desarrollado como un ente orgánico, como un sistema de elementos independientes y vinculados entre si.
Ha crecido, ha disfrutado de éxitos, ha sufrido de enfermedades y contratiempos, ha generado a otros seres vivos, ha palpitado al ritmo de las músicas, de las risas, de los diálogos.
Diálogos que han permitido que unos descubrieran a otros.
Recuperándonos como individuos y como seres comunitarios.

*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años 
ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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