BAÚL DE MANÍAS

Había una vez un vaso

Por: Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 31 de enero de 2023 · 00:14

Será por el frío, será por la lluvia, pero estaba yo escuchando las canciones líquidas de Phillip Glass ("Songs from liquid days", 1986) y se me ocurrió la charra más mensa del mundo: "¿Cuál es el colmo de Phillip Glass?: llamarse Felipe Vaso y componer unas canciones líquidas".
Me gustan mucho esas canciones. Son "seis reflexiones oraculares que evocan explícitamente las conexiones místicas entre las personas y los objetos" (Archirecontrasic). Pero están chidas. El CD incluye actuaciones de Bernard Foller, Kronos Quartet, Douglas Perry, The Roches, Linda Ronstadt y el Philip Glass Ensamble. Ahí están: https://www.youtube.com/watch?v=1EK1-t-sIpc .
Ya después mejor me tomé un café. Y (será por lo tibio, dulce y sabroso) entonces me acordé de Mozart, que, dicho sea de paso, es (probablemente) el compositor más famoso del mundo. Ajá. Más famoso que Shakira. Y sirve que hoy es martes 31 de enero, porque Mozart cumplió 267 años el pasado 27 de enero. Ajá, porque nació en 1756, el Salzburgo, Austria.
A los tres años, Wolfgang se iba de metiche a las lecciones de música de su hermana. Lueguito comenzó a buscar en el teclado "las notas que se gustan", como decía él. En otras palabras, el chamaco descubrió la armonía… sin saberlo. El que se dio cuenta ipsofacto de los donde de la criatura fue su apá, Leopold Mozart, que también ipsofacto decidió abandonar todo y dedicarse a la educación musical de su prodigioso hijo.
A los seis años, Wolfgang ya improvisaba piececitas que su padre anotaba minuciosamente, porque Wolfie, aunque ya sabía música, aún no podía escribirla ferpectamente. Ahí tiene usted los minuetos k. 1, 2, 3, 4 y 5 https://www.youtube.com/watch?v=mgknFPVF8kM .
El mismo año en que Wolfgang cumplió seis años, Leopold se lo llevó de gira con su hermana: Munich, Linz, Viena. Los exhibía cual si fueran perritos de circo. Por ejemplo, le pedía al pequeño Wolfgang tocar sobre una tela que ocultaba el teclado. Debía decir los nombres de las notas que otros tocaban (demostrando su legendario "oído absoluto"), improvisaba sin dificultad alguna sobre temas que el público elegía, etc.
Para decirlo coloquialmente, el chamaco "trabajaba como burro, pero se divertía como enano". Todo le divertía: saltar y abrazar el cuello de la emperatriz, subirse a las rodillas de la gente simpática… Antes de sentarse al clavecín solía preguntar: "¿Me quieren ustedes? ¿Me quieren de veras?". Ay, Wolfie, ternurita. No sé si reír o llorar.
Toda su vida, Mozart necesitó amor, necesitó felicidad. Probablemente los necesitó más que los demás: eso de ser "genial" tal vez le daba "sed de amor".
De los seis a los diez años, a lo llevaron del Tingo al Tango: Fue aclamado como un héroe, condecorado como un general, adorado como un ídolo. Poco después, Mozart emprendió una larga gira por Italia. En la Capilla Sixtina, en Roma, escuchó el bellísimo Miserere de Gregorio Allegri, perteneciente al repertorio exclusivo de la capilla pontificia: La leyenda cuenta que, de vuelta en su casa, Mozart lo anotó de memoria… Ahí está: https://www.youtube.com/watch?v=IA88AS6Wy_4 .
No, bueno. Apaga la luz y vámonos.

bauldemanias@hotmail.com 

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