CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Viejos sabios escogidos

Por: Rael Salvador
viernes, 3 de febrero de 2023 · 00:00

Quien posee un búfalo de agua como camino -como advirtió Lao Tse en la mística del taoísmo- actúa en virtud de no actuar porque él mismo es esa nebulosa, ese camino y esa nada: "Una hormiga en marcha hace más que un buey durmiendo", advirtió el Viejo Maestro sonriendo.
Quien hace de su conocimiento una reflexión -como lo hizo Confucio de modo relevante-, las orgías bondadosas de las Analectas (discusiones sobre las palabras) florecen en compasión, comprensión y armonía: "Sin conocer los rituales apropiados, no hay modo de establecerse", profirió no sin seriedad el sabio chino.
Quien transforma la búsqueda en conocimiento supremo -como en luz comprendió Siddharta Gautama-, abandona las joyas del principado e instituye el bienestar del mundo con las joyas del espíritu: "A un loco se le conoce por sus actos, a un sabio también", entre otras muchas verdades observó con lúcida ironía el Buda.
Quien tiene la visión de que es imposible bañarse dos veces en la misma corriente -Plutarco, de oídas, también lo aseguró, confiándole la cita a Heráclito-, comprende el vuelo sensible de las almas y reubica la rúbrica inmortal del oscuro filósofo de Éfeso: "Sobre aquellos que se meten en el mismo río pasan aguas siempre distintas y las almas se alzan exhaladas de lo húmedo”.
Quien hace nacer de la palabra el alma -como en sus diálogos Platón logró del "Tábano de Atenas”- es hijo de su tiempo, de la "mayéutica" griega -aprendida de Oriente, porque símbolo en sánscrito significa “dar a luz”-. En el parto de los sentidos, operado por Sócrates, Platón (el "místico” de espaldas anchas) encuentra la alegoría de la iluminación occidental: escapar de la cueva, salir, ver el Sol, abandonar, nacer… Bufonesco, el filósofo ágrafo (por decisión) solía enfatizar sobre Platón: “Si yo sólo sé que no sé nada, qué sabiduría puede escribir ese necio muchachito de mí”.
Quien comprende que el necesitado de amor es también el que más ama -como lo dice el Nazareno en su dulce fuerza de palabras, economía que reza así: "¡Levántate y baila!"-, porque no importa que nuestros cuerpos se encuentren deshechos por las ratas, las llamas o las lágrimas, ya que "aquello que verdaderamente ames" no te será arrebatado, Jesús mismo.
Quien tiene un cristal en la mano -como el que pulió Spinoza-, dota a través de la geometría la memoria Neoplatónicas del caos. Iridiscencia suficiente que queda demostrada según el orden del "Tractatus Theologico-Politicus", porque "comprender siempre será el principio de aprobar”, tal como lo refiere el holandés más universal.
 Quien tiene un libro en la mano -como el que acunó Hegel en el espíritu- intenta asimilar cómo se construyen y encajan las piezas que revelan la gran Historia de los cielos y de los suelos y, a su vez, logra comprender que el tiempo es un rompecabezas que va fermentando su resplandor -el Uno, el Dios y el Todo-, es decir el Universo traducido a conocimiento, porque "todo aquello que es razonable es verdadero, y aquello que es verdadero es razonable", como sentenció el original de Stuttgart, Alemania.

raelart@hotmail.com 

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