AJEDREZ PÚBLICO

Consuelo

Por: Dr. Alfonso Torres Chávez
lunes, 6 de febrero de 2023 · 00:13

Ubicarse en el puesto 128 de una lista de la OCDE puede ser orgullo, pero no en nuestro caso, pues estamos hablando del corruptómetro que por segunda o tercera vez ya nos colocó por debajo de Uganda como uno de los países más corruptos del mundo, en un sexenio que se presume impoluto.
Ante la cerrazón y la estupidez no hay nada que se pueda hacer. Los partidarios del presidente dirán que su receta contra la corrupción basta con desearla para que se cumpla.
En Chihuahua, prácticamente desde que empezó el sexenio, hay una cacería de sacerdotes jesuitas donde lo único que queda claro es que hay grupos de presión que controlan amplios territorios.
El presidente por supuesto ni ve ni escucha, sencillamente se dedica a presumir los logros de un sexenio que está colocando al país al borde de la locura. Por supuesto, los beneficiarios de Morena dirán que siguen siendo la esperanza de México, aunque con el paso de los días esa esperanza se reduce a cero.
En 1968, Octavio Paz renunció a su cargo como embajador de México en la India, después de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Pertenecer al Servicio Exterior Mexicano es un privilegio del que pocos gozan por virtud de la serie de requisitos que solicita la ley respectiva.
Paz desde luego, expresó su desencanto y por eso renunció a un puesto cómodo, económicamente bien remunerado, por algo que se perdió en este país hace decenios: un amplio sentido de patriotismo.
Hoy no tenemos los índices económicos de Diaz Ordaz, y por supuesto nuestra balanza de pagos es una locura que no se controla, aunque el presidente quiera darle pastillitas a una cefalea aguda.
No estamos hablando aquí del problema -por ejemplo- de los libros de historia que desde esta administración ensalzan la figura presidencial a niveles demenciales, pues ya se incluye episodios como el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el triunfo de Morena en las elecciones de 2018. Y eso es lo único que les importa: dejar su traza de inmortalidad, y no estoy hablando de que Morena sea o no parte de la historia, porque eso sería imposible de negar, sino del nivel demencial en el que se colocan personajes que parecen sacados de una novela de Asimov.
"Ayer estuve con la madre del presidente y me dijo: si yo hubiera sabido que mi hijo iba a llegar donde llegó lo hubiera mandado a la escuela", dijo Facundo Cabral con una habilidad impresionante y una paráfrasis maravillosa. Desde luego nuestro sistema político cambió, pero tal parece que la clase media que sostiene y ha sostenido siempre el aparato burocrático del país es la que menos importa; no interesa la academia o la preparación, y los jóvenes se enfrentan a esfuerzos descomunales en un país al que le sobran los recursos. Pero sus jóvenes están desocupados con una pléyade de grados académicos, al punto en que algunos profesores de pregrado (me incluyo) sugieren como idea que sus estudiantes hagan un posgrado para "aprovechar" la crisis. México es un país donde solamente un porcentaje alcanza un posgrado, y ese es el sector más agredido por el estado mexicano.
Algunos datos no nos ayudan: en México solamente 0.1% de las personas tienen estudios de doctorado, y de ellos sólo 9 mil 300 personas alcanzan el grado de doctorado con un documento comprobable, es decir, titulados.
Esto, desde luego, no es un consuelo para un país, copado por una secta de miembros a los que poco les importa la academia y la investigación, pero con un estado que obliga a todos los ciudadanos a cumplir con sus obligaciones fiscales e incentiva programas para sacar a las personas de la informalidad, pero no incentiva en absoluto a la base contributiva del país, dado que no hay incentivos, salvo las devoluciones del SAT para aquellas personas que sí pagan sus impuestos.
El país desde luego no tiene la culpa, pero sí podemos ser proactivos y aportar al país.

alfonso.torres@inpocipe.edu.mx 

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