COLUMNA INVITADA

Dejemos de ‘otrizarnos’

Por: Jorge Suárez-Vélez
miércoles, 8 de febrero de 2023 · 00:07

Los populismos son la gran amenaza para las democracias. En EU, Alemania, Italia o Finlandia, los movimientos populistas abrevan del miedo de sus clases medias a ser rebasadas por minorías étnicas o por inmigrantes, del miedo a perder estatus o privilegios. En países más pobres los fortalece el resentimiento hacia quienes más tienen. En una "lógica" de suma cero, el que unos tengan debe explicar que otros no, así de burdo. En ambos casos, tienen en común su rechazo a las élites y el señalamiento a la culpa de otros de cualquier mal que les aqueja y, como consecuencia, sus frívolas soluciones no exigen el esfuerzo o sacrificio de las "víctimas", sólo del de otros.
Al otrizar, nos distanciamos: nosotros y los otros. Dividir la sociedad entre buenos y malos, patriotas y traidores, víctimas y victimarios, imposibilita la democracia, pues le quita al otro bando cualquier merecimiento de legitimidad. Si los otros son malos e inmorales, no pueden detentar el poder, aunque proviniera del voto popular. ¿Hay duda alguna de que si Morena perdiera en 2024 sus seguidores justificarían cualquier medida no democrática para negarles el acceso al poder a los otros? Axiomáticamente esa derrota se debería a instituciones compradas, a trampas, a manipulación del electorado o a lo que justifique impugnar un resultado que haya favorecido al otro.
Esa visión maniquea impide cualquier posibilidad de progreso para México. Mientras que tantos definan si una política pública es acertada o no sólo en función del bando donde ésta se origina, y no analizando la lucidez del proceso que se siguió para definirla o la posibilidad de resultados favorables, perdemos toda capacidad de soluciones óptimas.
Quienes hoy son leales a la 4T condonan la pésima asignación de recursos públicos a obras absurdas, la devastación ambiental, la destrucción del Seguro Popular -perfectible, pero efectivo- y la escasez de medicinas, el desmantelamiento del árbitro electoral, el nombramiento de funcionarios impresentables en puestos importantes, la evidente corrupción del círculo cercano al Presidente, la militarización de un montón de funciones donde jamás debió estar el Ejército, la violencia creciente y el empoderamiento de organizaciones criminales, el peor crecimiento económico desde los ochenta, la implosión de Pemex y de la CFE, la adopción de una política energética incoherente que elimina cualquier posibilidad de competitividad de nuestra industria en un momento crucial (además de ser criminalmente contaminante) y un largo etcétera. Todo porque esos absurdos se originan en su bando. Lo que menos les importa es si tienen o no sentido. ¿Cómo reaccionarían si un gobierno del PAN o PRI hubiera hecho propuestas similares y fracasara tan estrepitosamente? Lo sabemos: el país estaría en llamas.
La polarización continuará y los bandos se seguirán radicalizando. La estrategia populista consiste en ofrecerles a sus fanáticos información fragmentada, recetas narrativas extremas que incrementarán el encono y justificarán en forma creciente la violencia y la ilegalidad al lidiar con los otros. Esa ha sido la receta de propuestas fascistas -Trump, Bolsonaro- pero también de dictadores de izquierda en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Si Morena pierde en 2024, el primer -y más importante- reto de quien ocupe la silla presidencial será unirnos, encontrar propósitos comunes, convocar a expertos para alcanzar soluciones sensatas, independientemente de donde vengan y, sobre todo, convencer a los mexicanos de por qué éstas tienen sentido. Dentro de los muchos errores del gobierno de Peña, que nos dejaron en las manos que estamos, uno grave fue ni intentar convencer sobre los méritos de las reformas estructurales. No hacerlo las volvió la piñata de la oposición, justo cuando más las necesitamos.
Nada lograremos divididos. Si seguimos otrizados, será inútil adoptar políticas públicas acertadas, los otros se empeñarán, por principio, en sabotearlas. Es así como este gobierno ha justificado destruirlo todo. Irónicamente, su único éxito ha sido... dividirnos.

ÁTICO
Al dividirnos entre nosotros y los otros, aceptar políticas públicas sólo depende de quién las propone, dejamos de analizar su mérito.

@jorgesuarezv

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