CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Murakami, amor mío

Por: Rael Salvador
viernes, 26 de mayo de 2023 · 00:00

El juego es sencillo: no dejarse llevar por la “popularidad”, sobre todo.
Los escritores con público -muchas de las ocasiones, más comprados que leídos- no llegarán a recibir el Nobel de Literatura.
Esta es la lección -la enseñanza recogida, sustentada por años- que instala en el imaginario de las letras la Academia sueca: "No guarden esperanzas, aquí no se otorgan complacencias"
En la caza del Nobel, las flechas del pronóstico hieren a sus propios interlocutores.
Todos fallan: No cuenta la calidad, la venta sumaria, la confianza política (pregunten a Borges), no sirve la recomendación y no agrada la popularidad.
¿Cómo diablos hace el jurado para designar a su ganador? ¿Avienta al aire las propuestas y aquella que caiga y permanezca en la cima del buró será la galardonada?
Se ha dicho hasta el hartazgo que Haruki Murakami (Kyoto, Japón, 1949) es uno de los escritores más importantes y merecedores del Nobel en la actualidad.
Y no cabe la menor duda, después de leer, releer y seguir el rastro de la impresión y reimpresión de sus novelas en castellano, publicadas por Tusquets Editores: "Al sur de la frontera, al oeste del sol" (sí, la canción que popularizó Nat King Cole); "Sputnik, mi amor"; "Tokio blues" (Norwegian Word, Madera Noruega, título sustraído de una melodía de The Beatles); "Crónica del pájaro que le da cuerda al mundo"; "Kafka en la orilla"; "After Dark"; "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas"; "Baila, baila, baila"; "1Q84" o su libro de relatos: "Después del terremoto" (como "La caza del carnero salvaje" y "Sauce ciego, mujer dormida") o el periodístico "Underground", y los de correr y escuchar música, etcétera, el despliegue sostenible de la calidad de la escritura de Murakami, en la más que magnífica traducción del japonés de Lourdes Porta -suerte que en su momento no tuvieron los nobel de literatura Yasunari Kawabata (1968) y Kensaburo Oé (1994)-, avala el amplio reconocimiento internacional y su ya no tan reciente inclusión en el listado de los diez nominados al máximo galardón de las letras para un escritor vivo (no hay que olvidar que The Guardian reseñó en el lejano mayo de 2001, que tarde o temprano el novelista tendría que conseguir el premio Nobel de Literatura). Estaremos a la espera, mientras suceden otras cosas.
Haruki Murakami mueve a sus personajes en una búsqueda que, dentro de lo evidente y constatable, es la del mismo narrador. Veamos al Sr. Nakata, al tierno, sincero y maravilloso subnormal -más normal que todos los "normales" de esta Tierra- que aparece en la "Kafka en la orilla", batuta genuina en la orquestación de esta novela no lineal, quien cuando niño sufre un extraño accidente durante la guerra y que, después de ello, pierde la memoria y muchas de sus capacidades como leer y escribir…
Sí, Nakata no sabe leer ni escribir, pero no tiene una sola caries y nunca ha necesitado gafas. Tampoco ha ido al médico. No le duele la espalda y caga, como es debido, todas las mañanas. Y que, en compensación a su desmemoria, adquiere otras facultades, como la de hablar con los gatos, con Johnny Walker y el proxeneta Coronel Sanders (el mismísimo de Kentucky Fried Chicken), así como poder predecir algunos eventos antinaturales demasiado extraños… Sí, aquí hay genialidad, como se ha dicho y constatado.
Si el jurado de la Academia Sueca no acepta que se le diga quién tiene que "ganar", debemos valorar a los que se encuentran tras la denominación del galardón Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023, que este miércoles 24 de mayo otorgaron la soberanía mágica del reconocimiento a Haruki Murakami. Sí, de manteles largos. ¡Enhorabuena!
¡No es ganar, es reconocer!

raelart@hotmail.com 

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