ALGO MÁS QUE PALABRAS

Ante la cizaña del desánimo, la bondad opera y la verdad interviene

Por: Víctor CORCOBA HERRERO*
jueves, 1 de agosto de 2024 · 00:00

Hoy más que nunca necesitamos reavivarnos. No es fácil en el actual contexto mundial, marcado por un aluvión de conflictos y sufrimientos, pero tampoco un imposible. Querer es poder. Es cuestión de pararse, de tomar aliento, de activar una visión nueva, lo que conlleva cultivar la confianza en nosotros mismos, para reconstruir y recomenzar con tesón y paciencia, el mejor de los sueños; que no es otro, que la realización como ciudadanos de una casa común. Lo cruel es que cada vez trabajan menos jóvenes y, los que lo hacen, tampoco tienen buenas condiciones. Lo mismo sucede con otras etapas existenciales, el hábitat no nos favorece y la mediocridad del no hacer está a la orden del día. El mal ambiente está ahí, los malos ejemplos también nos impiden dar un paso hacia adelante y observarnos, lo que requiere abrirnos a lo armónico y regenerarnos, para cambiar de vida. Quizás tengamos que volcarnos en el desapego: La mejor posesión radica, desde luego, en no poseerse; sino en donarse sin las ataduras mundanas, en forjar comunión y en fraguar lo auténtico, buscando lo esencial y renunciando a lo superfluo. Oportunos los valerosos, aquellos que aceptan con ánimo uniforme la derrota o las palmas.
El objetivo es tranquilizar a la población y desanimar a los bandidos. Téngase en cuenta que jamás habrá una solución militar para una operación de mantenimiento de la paz, la terminación ha de ser más poética que política, una verdadera recitación de latidos que nos van a poner en movimiento de modo humilde, con la esperanza de nuevos brotes.
Justamente, somos el renuevo de las auroras y la grandeza que se muestra segura de sí, aunque en ocasiones cruciales, la incertidumbre y el miedo nos dejen sin fuerza de subsistencia. De ahí, la importancia de movernos con el ánimo necesario y el refuerzo a un acceso igualitario y efectivo a la justicia, para que pueda haber juicios ecuánimes. La intimidación puede desanimar, ya no sólo a la ciudadanía en general, también a los defensores de los derechos humanos, o a las mismas organizaciones de la sociedad civil. Esto es grave, gravísimo, máxime en un momento en que las naciones se han provisto de armas de todo tipo, capaces de destruir a la humanidad en su conjunto. Para desgracia de todos, un número creciente de países va limitando las libertades y reduciendo al ser humano a la esclavitud. Nos merecemos, sin duda, una mirada nueva hacia nosotros mismos y sobre la realidad, sembrando el bien que al final dará su fruto.
Al fin y al cabo, la felicidad no llega de la mano del cúmulo de caudales, sino de un modo de movernos, de pensar; y, en suma, del propio estado de ánimo positivo que es lo que nos embellece por dentro y por fuera. En consecuencia, estamos en el instante preciso, de que la población mundial reduzca los impactos ambientales causados por el consumo humano, que la violencia deje de extenderse para ganar fundamento a las obras de amor, que son las que nos dan vida en realidad. ¡Hagámoslo sin más demora!, pues.

* Escritor   corcoba@telefonica.net 

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