DESDE LA EDITORIAL
Violencia generalizada
Por: El VigíaLa violencia, en todas sus manifestaciones, se ha ha enseñoreado de la bella Baja California, por igual en la antes tranquila Ensenada que en las agitadas vialidades y colonias de Tijuana, con un incremento notable en proditorios asesinatos, que en incontables secuestros y desapariciones forzadas, ante unas autoridades civiles que definitivamente “no han podido con el paquete”.
Las presiones sociales de agrupaciones y colectivos que buscan desesperadamente a personas que han sido arrebatadas de sus familias y sus comunidades, secuestradas de facto, que en muy raras y muy contadas ocasiones han recuperado su libertad y se han reinsertado en la sociedad.
Lo que antes era hasta impensable ha ocurrido.
Las autoridades preventivas han fracasado en lo más elemental de su cometido, que es asegurar las condiciones que permitan el sano crecimiento de la entidad en todos los órdenes de la actividad humana, al permitir, o definitivamente fracasar en su objetivo de conservar el orden y la tranquilidad en la población.
La delincuencia organizada ya ha registrado su presencia, asesinando, como parte de su manera de apoderarse de las comunidades, a quienes se han atrevido a enfrentarla con sentido social y notable valor, denunciando sus sistemas de “cobro de piso” a unas autoridades que han resultado incapaces de reaccionar adecuadamente ante tanta osadía.
Recientemente trascendió que las bandas criminales se han atrevido ya a amenazar la vida de la gobernadora en la capital del Estado, por medio de mantas con mensajes ominosos en contra de las muy contadas acciones exitosas o positivas en contra de la delincuencia.
Las investigaciones de inteligencia no han dado resultado, en caso de que las haya, porque a ojos vistas ocurren los delitos más diversos orquestados por los delincuentes.
La comunidad bajacaliforniana está justamente alarmada porque no se han visto resultados de la supuesta coordinación de las autoridades de todos los niveles en contra de las bandas de delincuentes que se han asentado en la región.
Y lo peor es que ante la comprobación plena de la ineficiencia de las autoridades judiciales en la investigación, persecución y castigo de las actividades criminales en perjuicio de la sociedad, otros grupos delincuenciales, como recientemente se comprobó aquí con la detención de una banda de agentes de la Policía Municipal que copiaba sus métodos y actividades, han optado por cometer los mismo delitos en perjuicio de la sociedad.
¿Cómo puede la autoridad enfrentar a la criminalidad desbocada en Baja California?
Lo usual ha sido siempre retirar de los puestos de responsabilidad que no han satisfecho a cabalidad su cometido o no han logrado los resultados para los que fueron comisionados, y renovando las estructuras del ramo de seguridad, investigación y sentencia de los hechos criminales.
Tal vez sea necesario establecer un nexo más sólido con las autoridades federales han acumulado datos y analizado los hechos y sistemas que emplean los delincuentes, y llegar a una definitiva y completa coordinación en contra la delincuencia.
Tal vez sería muy oportuno, con el cambio de gobierno federal, encontrar nuevos caminos para abatir la criminalidad en la entidad.
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