El apagón (1)

(Noveno círculo: perezosos) “…Quienes entráis, perded toda esperanza” (La Divina Comedia, Dante Alighieri).
jueves, 22 de septiembre de 2011 · 00:00
Ensenada, B.C. ¿Se ha preguntado usted infernal leedor si nuestras apáticas autoridades tienen un catálogo, una bitácora de todas las eventualidades que ocurrieron en el municipio de Ensenada durante el apagón del 9 de septiembre? Y los daños que se dieron en el accidente, ¿están evaluados y jerarquizados en orden de importancia? Si no es así, los gobernantes tienen la obligación de hacer esa investigación a la brevedad y dar a conocer públicamente sus resultados. Esto como un acto de gobierno elemental para, por un lado, adoptar políticas públicas eficientes, que ayuden a prevenir fatalidades en la eventual repetición del incidente, y por otro adoptar medidas legales en contra de los responsables de los daños, que sin duda amerita que al igual a como sucedió en 2000 y 2001 en el suroeste de los Estados Unidos, se dirija una demanda colectiva en contra de los que provocaron el apagón. Debemos recordar que en los Estados Unidos el Poder Judicial obligó a pagar 3,300 millones de dólares a las especulativas y fraudulentas trasnacionales SempraEnergy y Enron Corporation, por su criminal asociación en la crisis energética californiana de hace 10 años. Hasta hoy Sempra ha pagado 800 millones de dólares por los daños que ocasionó con sus malas prácticas en la distribución de electricidad en el estado de California, a civiles, empresas y gobierno del condado de San Diego. Y Enron pagó 1,500 millones de dólares para cerrar los litigios en su contra por manipular deliberadamente los precios de la electricidad en aquella crisis. Por otro lado están las malas empresas locales que sacaron un censurable provecho económico con la emergencia. Por ejemplo, hubo pequeños y medianos empresarios porteños que tuvieron que rentar plantas de electricidad a razón de 10 mil pesos. No es raro enterarse también de que muchas personas tuvieron que romper su “cochinito” (alcancía) para comprar hielo, alimentos, velas, bebidas y otros artículos de emergencia-las tarjetas de crédito y débito quedaron inutilizadas y los cajeros automáticos dejaron de funcionar por la falta de electricidad-, para venir a caer en manos de comerciantes sin escrúpulos. Conocí casos reprobables de vendedores que aprovecharon el apagón para especular y ofrecer más caro sus mercancías, y con la justificación de que al no haber energía eléctrica, cobrar alimentos al puro cálculo de “kilos” de quién sabe cuántos gramos. Y hay una tercera categoría de daños que pueden generar demandas en contra de quienes fallaron en el suministro de electricidad. Al respecto hay que preguntar a los investigadores de la Facultad de Oceanografía de la Universidad Autónoma de Baja California, en donde decenas de totoabas incubadas en los laboratorios murieron por la falta de energía eléctrica. Pero para que todo tenga un cauce legal es indispensable que exista una autoridad ejemplar -algo difícil de encontrar en gobiernos cómplices o timoratos-, que demande a quien por negligencia, omisión o interés comercial provocó el histórico apagón, papel que de momento asume una vieja y corrupta conocida: Sempra Energy. Avernario: “Nunca nos engañan, nos engañamos a nosotros mismos” (Johann Wolfgang Von Goethe).

...

Valorar noticia

Comentarios