LA BRÚJULA

Migrantes y cultura

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 19 de noviembre de 2018 · 00:00

En algunos sectores de la sociedad que viven y se desenvuelven dentro de una determinada “burbuja económica y cultural”, el paso de los migrantes les tiene sin cuidado, no les dice nada e ignoran ese hecho social que no afecta sus vidas en lo más mínimo.

Existe otra parte de ella que sí está consciente, que valora y entiende los efectos socioculturales al interior de las familias y de quienes dejando el hogar, sus amores, sus tradiciones y costumbres, y con el alma desgarrada, se aventuran rumbo a lo desconocido sin saber si volverán a ver a sus seres queridos porque el camino está infestado de gente mala que les roba lo poco que llevan, entre ellos algunos malos funcionarios y los denominados grupos Mara Salvatrucha y Zetas violan mujeres y asesinan. No faltan quienes los arrojan con engaño a los desiertos para morir de sed, hambre o hacinados en la caja de un camión abandonados para morir por asfixia.

Los migrantes no son una masa amorfa, un ganado u objetos, son personas poseedoras de una dignidad como seres humanos.

Cada migrante es una historia personal, con un bagaje cultural de distintos grados; son personas en proceso, son y deben ser una promesa, un proyecto en cuyo trayecto de su existencia buscan un futuro que les permita enriquecer su ser y el de los suyos.

A donde van ellos va la patria, la nación con todo y sus valores y van a aportar a otras culturas con sus saberes, su lenguaje, su religiosidad, su arte, sus comidas y a su vez a nutrirse de otras culturas.

Dentro de los prejuicios que hay, como dije, para algunos sectores de nuestras sociedades, mezclar lo secular con lo religioso es algo inconcebible que atenta contra un laicismo mal entendido y anacrónico. Hay que darse la mano y buscar lo que los une para bien de los hijos de Latinoamérica o de cualquier región del mundo.

En nuestro país la famosa “Bestia” o “Tren de la Muerte” como le llaman a un tren que recorre desde el sur hasta el norte nuestro país en su recorrido que inicia en Arriaga Chiapas, también encuentra en su trayecto mucha gente buena, generalmente pobre que lanza comida, ropa y alimentos a los migrantes y un grupo del gobierno llamado “Grupo Beta” los orienta y ayuda.

Hoy están las caravanas donde van niños, ancianos, mujeres embarazadas etc., juntos para cuidarse en ese caminar agotador y doloroso.

La mayoría son Centroamericanos: Guatemala, Honduras, el Salvador y Nicaragua que huyen por muy distintas razones y desde luego muchos mexicanos.

Recuerdo que en uno de los viajes al sureste con Rolando, nuestro hijo, tomamos la ruta de Huimanguillo, trayecto que nos obsequió bellos paisajes. Atravesamos Estación Chontalpa, lugar por donde pasa el tren con personas del país y centroamericanos que se dirigen hacia los Estados Unidos y a quienes los habitantes ofrecen comida con un gran espíritu solidario.

En Ixtepec, Oaxaca, está la organización “Hermanos en el Camino” fundada en el año 2007 por el famoso sacerdote Alejandro Solalinde que a la fecha cuenta con 70 años, ha sido amenazado de muerte pero aún así, él sigue ayudando a esos hermanos que peregrinan trepados en la “Bestia” con albergue, alimentos, asistencia médica y legal.

Trayecto de luces y sombras
Vivir la soledad en un país extraño en medio de los muchos, ser sujeto de xenofobia paradójicamente en un país de migrantes, recibir el choque cultural que a través del tiempo se irá asimilando, no dominar una lengua y tener que sortear infinidad de obstáculos en el camino, recibir la incomprensión incluso de algunos paisanos, en algunos casos vivir escondido con la angustia diaria de ser deportado, el no sentir la caricia de los hijos, de la esposa, la novia y de los padres, leer en la mirada de muchos el rechazo o la indiferencia para hacerles sentir que no existes.

Todo lo anterior es el resultado de la pobreza, de la falta de democracia, países donde pocos tienen mucho y muchos no tienen casi nada, donde la clase media está desapareciendo, un mundo donde la desigualdad y la mala distribución de la riqueza y falta de oportunidades en lo educativo, en el campo de la investigación, la cultura y la poca inversión de los gobiernos en ello y la mal inversión mal canalizada no se diga la corrupción e impunidad.

Vemos a un político racista como Trump que ha despertado los instintos xenofóbicos de muchos estadounidenses en gran parte de una sociedad que se dice cristiana.

Sin embargo, es un hecho irreversible que dentro del tejido social de la sociedad estadounidense ya hay expresiones culturales y muy sólidas de ciudadanos de origen latino y mexicano que además es creciente y votan dentro de ese país que se precia de ser el país de las oportunidades.

Lo deseable es que todos aquellos países que se han vuelto expulsores por razones de orden político o económico se convirtieran en países retenedores lo que se logrará dentro del marco de una auténtica democracia, mayores inversiones en la educación, cultura, investigación, nuevas tecnologías, abatiendo la impunidad, haciendo realidad la transparencia, acabando con la corrupción y todo ello dentro de un Estado de Derecho.

Quizá tenga que haber un cambio generacional pero hacia allá debemos caminar con políticos honestos, congruentes, que no vivan en la opacidad y el implacable pragmatismo maquiavélico en que están muchos inmersos.

En Tijuana se está haciendo lo imposible por ayudarlos: Comedor del Padre Chavita que les está dando alimentos y cobijo.

Esperemos que las autoridades tengan un plan de respuesta adecuado.

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