¿De dónde nace uno?

Ahora sé cosas del destino que antes no sabía
viernes, 16 de septiembre de 2011 · 00:00

Ensenada, B.C.
“No se nace solamente del vientre de la madre, sino también cuando se toma conciencia”. Facundo Cabral


Me dejo latir en el corazón de todas las cosas -- en la caligrafía de sus cartas, en la belleza tranquila de sus fotografías, en lo divino de sus palabras y su gracia, en todo eso que me enseñó a ver, a leer y a querer -- y vuelvo a sentir, Madre, el dulce roce de su piedad y su mansedumbre...Eso siento, fuego de nieve suave: la tersura de una llama de alivio, la mediación de Dios, su eterno pulsar nutricio… y aquella sed recién nacida en la piel, donde sólo la bondad de su mano, Madre, en su toque primero, hizo posible la piedad de este amor y la sensibilidad luminosa de poder acariciar el alma.
Entonces, sus palmas acunaron el calor de esa chispita de carne que fui y, con lágrimas doradas, usted dio gracias al Creador.
-- Bendito Seas, Señor… -- le oigo decir.
-- Bendito Seas, Señor… -- me escucho repetir.
Todo lo que danza, canta. Todo lo que gira cambia. Canta, gira y cambia.
Similar a un torbellino iridiscente, el tiempo danza y su luminiscencia me retorna a su regazo:
Brisa de luz, su aliento... y mi frente, un cielo eterno.
Sonrisa de luz, sus labios... y mis labios vibrando su imagen como en un espejo.Saliva de luz, su beso…y mi beso, una flor que oprime sus pétalos en su pecho.Hilo lácteo, platinado; brilló manso, ¡me lleno de vida, como si me guardara un ángel con su canto desde el lugar de donde vengo!Buscando más colores, levanté mis párpados en su seno, Madre, y me encontré con sus ojos maravillosos… y, por el relámpago de miel de un instante, éstos me contaron el dulce misterio que amablemente me repetiría toda su corta existencia: “Hijo, muy adentrito de mí, cuando bajo el sol del patio soñabas la música de la vida, las aves se posaban con ternura en mi vientre: cantando y garabateando con sus patitas llenas de ceniza armoniosos signos desconocidos…”
¡Y nuestros días se llenaban de alegría!
Ahora sé cosas del destino que antes no sabía. Y esa felicidad así, así... llena ahora de luz la noche. Madre, no nos separa nunca la muerte, porque aun nos une la magia misteriosa de la palabra, extensión y sentimiento de todas las cosas que existieron, existen y existirán.
Sus manos cálidas, Madre, como las de un escultor de aguas, templaron el sueño de mi ser, y ahora la lluvia es mi hermana y sigo los pasos del río, el transcurso de nuestras lágrimas humanas, hasta donde la mar, con su reiterante coro de fulgor celeste, me llama.

raelart@hotmail.com

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