Inah

Por Arqlga. Julia Bendímez Patterson.
jueves, 19 de marzo de 2015 · 00:00
Andanzas Antropológicas

El pasado es nuestro presente.
Nos enfocaremos en esta columna en compartir experiencias vinculadas a la antropología de la península de Baja California, partiendo de investigaciones realizadas por especialistas cuyos estudios inciden en el conocimiento del ser humano en esta región a través del tiempo.

Como es sabido, la Antropología es la ciencia que se dedica al estudio de la humanidad, de los pueblos antiguos y modernos, y de su cultura. Por ser tan amplio, su campo se ha dividido en Antropología biológica o física, Arqueología, Antropología lingüística y Antropología cultural. 

Durante más de 12 mil años, sociedades de cazadores y recolectores habitaron esta árida tierra -que mide mil 260 kilómetros de largo y está rodeada de mar-, forjando su propio modo de vida y cultura.

Estos pobladores evolucionaron adaptándose al medio ambiente, y nos legaron evidencias antropológicas sobre las formas en las que habitaron durante distintas etapas geológicas las costas, sierras, desiertos y valles inter montanos.

Instituciones académicas, nacionales y extranjeras, han contribuido de manera importante en la construcción de enfoques de interés que incluyen, por ejemplo, un panorama de la prehistoria bajacaliforniana; contribuciones importantes del registro y análisis lingüístico de las lenguas nativas sobrevivientes en el Norte; trabajo de campo etnográfico entre los grupos yumanos; estudios de la Antropología física de los restos óseos humanos, y la investigación etnohistórica y arqueológica de los vestigios de la cadenas misionales jesuitas, franciscanas y dominicas.

En el caso de la Arqueología, hemos visto una numerosa cantidad de proyectos de salvamento arqueológico para abordar los impactos de proyectos de desarrollo regional, es decir, la construcción de caminos y carreteras, obras de infraestructura, y otros dirigidos a la investigación pura, y realizados por académicos del INAH, estudiosos de universidades nacionales y extranjeros. 

Este ha sido también un tiempo para aprender a aplicar innovaciones tecnológicas que ayuden a entender la actividad humana, como es el caso del incremento de estudios e identificación de restos de animales (Arqueozoología) provenientes de sitios arqueológicos y paleontológicos, y de la identificación de fuentes prehistóricas de obsidiana y otros materiales líticos a través de la espectrometría por rayos X.

En estudios sobre el arte rupestre hemos precisado el conocimiento de la distribución de los diversos y variados estilos en la península, y continuamos la discusión sobre sus significados.

Hemos adquirido nuevos conocimientos y expectativas sobre la variabilidad de poblaciones peninsulares a través del estudio de osamenta humana proveniente de excavaciones en concheros que datan desde mil a 5 mil años, y de restos óseos expuestos en cementerios misionales.

Ello nos ha permitido conocer detalles sobre la cultura y el efecto del medio ambiente en poblaciones pretéritas.
Tenemos nuevas expectativas de aplicar estudios de ADN, y realizar fechamientos directos de radiocarbono para precisar aún más la temporalidad de los restos óseos estudiados.

Una vertiente más son los estudios del desarrollo de comunidades trabajadoras como las pesqueras y jornaleras agrícolas, en función de su trabajo y/o de su calidad de migrantes o habitantes del medio rural y urbano.
Todo lo anteriormente descrito hace de la antropología una herramienta invaluable para conocer múltiples interrogantes sobre nuestro pasado y nuestro presente.

Nos será grato compartir periódicamente todas estas experiencias y conocimiento adquiridos con la gran familia de lectores de este diario que hace periodismo con la gente, y que hoy nos abre sus puertas.

*La autora es investigadora y delegada del Cinah-BC.

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