Columna Cetys

Inteligencia

Por Myrna Edith Ochoa
miércoles, 20 de abril de 2016 · 00:00

Hoy en día, se habla continuamente de inteligencia; sistemas inteligentes, organizaciones inteligentes, escuelas inteligentes, diferentes tipos de inteligencia... Sin embargo, a ciencia cierta, ¿qué significa inteligencia desde su visión más amplia?

 

A lo largo de algunas décadas, se ha tratado de ofrecer una definición de inteligencia que abarque en verdad lo que con toda la extensión de la palabra puede abarcar. No obstante, psicólogos, científicos, educadores, han hecho infinidad de aportaciones para una definición global; han efectuado sus estudios, no menos enriquecedores, y han realizado diferentes definiciones, prevaleciendo: la capacidad para resolver problemas y adaptarse al medio ambiente satisfactoriamente.

 

Desde la visión más expandida, inteligencia va mucho más allá... consiste en una continua regeneración del propio ser en todos los ámbitos, partiendo del autoconocimiento, profundizando en él, y estableciéndose en un proceso continuo y consciente de aprendizaje y evolución.

 

Así entonces, y fundamentándose en Sternberg (relevante psicólogo cognitivo contemporáneo) es posible definir inteligencia como el "autogobierno  mental”, es decir, como la capacidad del ser humano de autodirigirse; gobernar sus pensamientos, emociones, acciones, para lo cual, necesita conocerse a sí mismo.

Y una persona que se conoce a sí misma, que comprende sus actitudes, su sentir; que conoce sus fortalezas, habilidades, cualidades y aprecia sus puntos de oportunidad; será capaz de elegir y dirigir conscientemente y en plena atención sus pensamientos, decisiones, esfuerzos, comportamientos y acciones; por tanto, será posible afirmar que... es inteligente.

 

Sin embargo, esta teoría de la inteligencia, ha brillado por su ausencia en la educación tradicional. Todo lo contrario, se le ha enseñado al alumno qué pensar, en lugar de cómo pensar; se ha sujetado al niño a patrones de comportamiento, de conducta, que en lugar de despertar su inteligencia, su creatividad, sus facultades, lo han limitado, estancándolo, condicionándolo y volviéndolo inseguro y temeroso. Por fortuna, los nuevos paradigmas educativos se encuentran transformando estas cuestiones, con frutos que no se hacen esperar.

 

El autor mencionado, establece que la esencia de la inteligencia es proporcionar los medios para gobernarnos a nosotros mismos, de tal forma, que nuestros pensamientos y acciones, sean ordenados, organizados y adecuados a nuestras necesidades internas y a las necesidades del medio ambiente.

 

¿Y de qué manera es posible proporcionar al ser humano los medios para desarrollar su autogobierno, por tanto, su inteligencia?

 

"La educación que en verdad despierta la inteligencia, es aquella que se preocupa por la libertad del individuo” (Krishnamurti, 1991), esta libertad que va siempre ligada a la responsabilidad. Esto es, ofrecer "libertad” para desplegar el pensamiento propio, el pensar por sí mismo; el reflexionar, el permitir la indagación, el cuestionamiento; el buscar y encontrar las propias respuestas, experimentando la búsqueda, acrecentando la capacidad de análisis, de síntesis; expandiendo la mente; elevando el espíritu.

 

Esta transformación hacia la educación que verdaderamente despierta la inteligencia requiere de un esfuerzo prolongado, intenso, no solamente de educadores, maestros, directivos, sino de los propios padres, que en conjunto estarán educando personas inteligentes; comenzando por ellos mismos que habrán de estudiar, prepararse y actualizarse, ampliando su criterio, y sobretodo, conociéndose a sí mismos, porque "según es el educador, así será su enseñanza” (Krishnamurti, 1991). Y en este ámbito, aflora la cuestión ¿qué se desea enseñar? Y comenzar por uno mismo.

 

Se desea enseñar para el despliegue de la inteligencia para la vida en todos sus aspectos, retos y desafíos; es preciso comenzar por el propio entendimiento de lo que la vida es: un proceso de evolución y aprendizaje continuo, permanente, exhaustivo, y en la medida que las lecciones son asumidas y la enseñanza asimilada, el coeficiente de inteligencia para la vida, crece y se multiplica, preparando un individuo "capaz de habérselas con la vida como un todo”.

 La educación actual, a todas luces, está virando hacia el desarrollo integral del ser humano, esto es, desplegando todas sus facultades en sus diferentes ámbitos, y no solamente inundando un intelecto de información, sino abrazando holísticamente al individuo, con oportunidades, estrategias, estrados y escenarios para despertar su capacidad de ser en integración y armonía, y en tolerancia, respeto y comprensión para sí mismo y para los demás.

La mera acumulación de información, no llevará al despliegue de la inteligencia, sino la capacidad para utilizar dicha información hacia el más elevado bien; y ennoblecer la vida propia y la de otros, en unidad con la esencia espiritual del individuo.

 El creciente acceso a este mundo espiritual esencial interior del ser humano, está brindando un escenario perfecto para una actuación estelar, donde la inteligencia sea protagonista, en esta obra que es la existencia, desempeñando el rol principal: encontrar el significado y sentido de la vida; principio, sendero y fin de la educación.

Referencias:
Sternberg, R.J. (1981). Human Intelligence. Norwood, N.J.: Ablex.
Krishnamurti, (1991). Principios del Aprender. México: Hermes.

* Catedrática Maestría en Educación, Maestría en Psicología y MBA CETYS
www.myrnaedithochoa.com

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