LA OTRA HISTORIA

Las mentiras del político

Por Lucía Garayzar Rodríguez
miércoles, 21 de junio de 2017 · 00:00
"Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.”
Después de descubrir la frase anterior de la autoría de la famosa defensora de los derechos humanos Ayn Rand, plasmada en 1950 en su reflexiva novela "La rebelión de Atlas”, en la que describe la realidad de aquella época y presagia atinadamente los sucesos del mundo actual, pude comprender que esa valiente mujer tenía claramente identificada las debilidades de la naturaleza humana.
A través de la historia se ha comprobado, que una de las fallas recurrentes de la humanidad y en especial de los líderes políticos, es la mentira, aunque a todos nos hayan enseñado desde temprana edad a no mentir porque es un acto vergonzoso, es muy difícil, diría yo, casi imposible encontrar a quien nunca haya mentido, la diferencia estriba en que las personas honestas, cuando mienten, se sienten afligidas, mientras que las que acostumbran mentir, no manifiestan ni el mínimo rubor al hacerlo.
Un reciente estudio neurocientífico reveló que la amígdala forma parte del denominado cerebro profundo, es la encargada de procesar y almacenar nuestras reacciones emocionales, es responsable de nuestras respuestas al placer o al miedo y nos permite responder ante riesgos. Cuando mentimos, la amígdala nos recuerda que mentir, no es correcto.
La revista especializada Nature Neuroscience, publicó que cuando las personas mienten constantemente, la respuesta de la amígdala se va reduciendo, como si el cerebro se durmiera ante mentiras repetidas, la amígdala se adapta a no sentir que traiciona o hace algo deshonesto al mentir.
Los hechos a través del tiempo hablan por sí mismos, según George Orwell, en su ensayo La política y la lengua inglesa, los líderes mienten convencidos, bajo el argumento de que lo hacen por el bien de su país, aunque a todas luces cometan error tras error.
Mienten también, porque creen que defienden a la patria de amenazas que la ciudadanía jamás entendería en su magnitud y urgencia siendo honestos, pero además, los líderes nos mienten porque están seguros de que la opinión pública no va a castigarlos por sus engaños, si los resultados de su trabajo son exitosos. (También esto es mentira).
Amable lector: para nadie es cosa raro que en el ambiente político mentir es algo común, de hecho, el lenguaje de los políticos está creado para que las mentiras se escuchen como verdades y que el crimen parezca respetable. (George Orwell).
Para muestra basta un botón: sólo hay que recordar las promesas de campaña de todos y cada uno de los gobernantes que vengan a nuestra memoria, ¡ufff! Cada cual ha prometido lo impensable, prometen verdades y mentiras que al final, con sus contadas excepciones, dan siempre el mismo o peor resultado, porque nadie ha terminado ni con la pobreza, ni con el desempleo, ni con la corrupción, ni con lo que más lastima al ciudadano.
El próximo año seremos testigos de una película más, un episodio que seguramente estará lleno de mentiras, de intriga, de bajas pasiones, casi casi una cinta digna del Óscar; es por eso que desde hace algunas semanas, por allá en los lugares más recónditos de la región, se empiezan a ver camisetas de todos colores en busca de lo que nunca puede faltar en un filme; los extras, personajes que si bien no son los protagónicos, sí son los que menos ganan y los que menos se ven. Por lo pronto, nosotros desde acá empecemos a buscar el título de la película, sin olvidar que mientras más grande sea la farsa, mayor será nuestra condena.

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