LA MARAÑA CÓSMICA

La ciencia y el nuevo gobierno

Por Rolando Ísita Tornell*
lunes, 3 de diciembre de 2018 · 00:00

Hace unos días salíamos de una mesa redonda radiofónica, conducida por la periodista Pamela Cerdeira, mis colegas divulgadores de la ciencia Raúl Alva, de la Autónoma Metropolitana; Martín Bonfil, de la UNAM y Enrique Anzures (asesor en el Congreso). Raúl comentaba su percepción por la desidia de la comunidad científica para reivindicar sus intereses, como las grandes ausencias en la Marcha por la Ciencia del 14 de abril.

Los científicos tal vez tienen otras formas de manifestarse ante el poder político que no son las marchas en la calle, yo opino. El investigador inmunólogo Ruy Pérez Tamayo rememoraba que, en el pasado, como todos los sectores, los científicos buscaban quién conocía mejor al recién “destapado” para tratar directamente con él las necesidades del gremio. En efecto, en las presidencias imperiales, como las bautizó Enrique Krauze, la ciencia era más o menos bien atendida, aunque, como los candelabros de cristal cortado del Palacio Nacional, sólo era un caro y elegante adorno de insignificantes o nulos vínculos con las políticas económicas de desarrollo, pero eso sí, con derecho de picaporte con el presidente en turno.

Con el gobierno de Fox las cosas cambiaron, el entonces presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, el fisiólogo René Drucker, exigió “derecho de picaporte” con el Presidente y Fox contestó que “ahora estas cosas se tratan en el Congreso”. Fue también durante el gobierno de Fox cuando se promulgó la llamada Ley de Ciencia, (casi un copy paste de la Ley de Ciencia española) y se establecía el 1.0% del PIB para la investigación científica, lo cual nunca se cumplió hasta la fecha.

Durante los primeros días del gobierno de Enrique Peña Nieto, un grupo de reconocidos científicos se reunió con él y su gabinete, donde el presidente prometió una inversión del 0.1% del PIB a la ciencia -que estaba en 0.4 % del PIB- en cada año de su sexenio para al final sumar el 1% que la OCDE propone como mínimo a los países miembros de la Organización. No sólo no cumplió su promesa, sino que además se le recortó, al igual que a la educación y a la cultura.

Hace unos días, los científicos sacaron su desplegado en la prensa dirigido al nuevo gobierno federal solicitándole un real y significativo aumento a la ciencia en el presupuesto de egresos de 2019, “así como la alineación clara y efectiva de prioridades y políticas públicas para que el país pueda insertarse plenamente en el contexto de una sociedad del conocimiento”.

El financiamiento para el desarrollo sano de la investigación científica es importante, pero no es lo más importante. El Centro de Nanociencias y Nanotecnología de la UNAM, con sede en Ensenada, Baja California, ha puesto la muestra de cuáles otros pueden ser los caminos para el desarrollo de una ciencia en beneficio de la economía, el desarrollo y el bienestar común: vincularse con los sectores productivos, son los científicos impulsando a los empresarios a hacer uso de la ciencia para alcanzar la innovación tecnológica en sus procesos de producción.

Uno de los proyectos es NanoFab, con las empresas del Noroeste de la República, y el otro es la firma de un convenio de colaboración con la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación. No todo debe venir del gobierno.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx
 

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