LA CARROCA

Corazones fríos

Por Soraya Valencia Mayoral*
domingo, 11 de febrero de 2018 · 00:00

Esta semana fue publicado el Mensaje de Cuaresma 2018 del papa Francisco, “Al crecer la maldad se enfriará el amor en la mayoría”, cita tomada del evangelio de San Mateo, capítulo XXIV, - sobre los últimos tiempos-, y que antecede al relato de la pasión. Jesús fue un profeta itinerante que vivió los días en que la antigua Judea y particularmente Jerusalén, era una olla de presión a punto de explotar y anticipó, como en su momento Isaías al ver la caída del Reino del Norte, la destrucción de la ciudad santa. Algunos años después, el 70 dC, las tropas del general romano Tito tomarían la ciudad y destruirían el templo, centro de la vida religiosa, política y económica de los judíos e iniciaría la gran diáspora. En este contexto de máxima tensión social y previo al acontecimiento de la cruz se presenta la cita que da título al mensaje que “anuncia una gran tribulación y describe la situación en que podría encontrarse la comunidad de los fieles” en la que la presencia de los “falsos profetas” por medio de la estafa y la mentira podrían apagar la llama de la caridad en los corazones. La tipología de falsos profetas que presenta el mensaje identifica a aquellos que manipulan las emociones de las personas para esclavizarlos, que hacen los placeres fugaces equivalentes a la felicidad, los que fascinan con el dinero y el lucro, los que invitan a una falsa autosuficiencia que aísla y destruye, aquellos que “ofrecen el falso remedio de la droga”, una relación desechable, el dinero abundante y fácil, el espejismo de una vida virtual. En suma, el mercadeo de aquello que nos humaniza: la libertad, la dignidad, la capacidad de amar. Para ilustrar mejor lo de “enfriará el amor” recurre a la imagen del infierno de Dante en cuya parte más profunda se encuentra el demonio, no en medio del fuego eterno sino en el hielo eterno, significando la ausencia total del fuego del amor, la extinción de la llama de la caridad. Y abunda Francisco: “Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero ‘raíz de todos los males’ (1Tm 6,10), a ésta le sigue el rechazo de Dios…” Una vez más el papa vuelve a alertar contra el peligro de las riquezas, siguiendo el espíritu del evangelio, aunque a muchos no les cuadre y defiendan, a veces desde los templos, lo contrario. Esta adoración al gran ídolo se traduce necesariamente en violencia “Contra aquellos que consideramos una amenaza contra nuestras ‘certezas’: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”. El mensaje pretende traspasar los límites de la Iglesia católica para llegar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. “Si se sienten afligidos como nosotros porque en el mundo se extiende la iniquidad... únanse a nosotros para invocar juntos a Dios…” A pesar de que vemos apagarse la llama de la caridad, en el corazón de Dios no se apaga nunca. Como siempre, un texto que no tiene desperdicio. Vale.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas
 

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