LA MARAÑA CÓSMICA

La ciencia y el reto de una política de seguridad

Por Rolando Ísita Tornell*
lunes, 27 de agosto de 2018 · 00:00

Me gusta ver series y películas policiacas en mis ratos de esparcimiento, donde los departamentos de policía del mundo desarrollado poseen modernos laboratorios de todo tipo y aparatos secuenciadores de genomas, las huellas genéticas obtenidas de cabellos, rastros de saliva sudor; sumado a todo eso, la capacidad de los personajes policiacos en reunir toda esa información y derivar pistas o conclusiones, “policías científicas”.

Las veo con escepticismo, suelo pensar que hay mucho de ficción y fantasía. Sin embargo, hay un principio rector, ético, hay una “moraleja” en todas ellas: los culpables lo son porque la fiscalía aportó pruebas físicas irrefutables cumpliendo todo el proceso legal, incluyendo la negociación entre fiscales y abogados defensores. No obstante, sabemos en la realidad que ellos han acusado a presidentes, secretarios de Estado o ministros con pruebas de la fiscalía basadas en evidencias, lo cual también me invita a pensar que no todo ha de ser ficción.

Pues resulta que en la revista Scientific American publicaron un artículo en el que describen casos de homicidios sin resolver en el tiempo, que se han aclarado cuando la policía usa la genética. Una conclusión que infiero de la lectura es que sí hay mucho de ficción en la series y películas, pero que el papel de la genética es real en sus justas proporciones.

En el artículo describen que los bancos de genomas no son del Estado, son de organismos no gubernamentales y los perfiles de ADN son aportados por voluntarios que apenas llegan a un millón. Se preguntan si es éticamente válido que la policía haya recurrido a esos bancos sin orden judicial para aclarar varios crímenes que habían quedado inconclusos en un par de Estados y concluyen que son los propios usuarios quienes tienen la consciencia que pueden y deben ser usados por los detectives, “mientras nuestra gente sepa y esté informada sobre para qué [su información] podría ser utilizada”.

El que sean, además, pocos perfiles para una población de 325 millones, apenas 3.2%, tiene su enfoque científico, todos los humanos tenemos un origen genético común, todos estamos relacionados en el pasado remoto, de tal modo que primos hasta en segundo grado pueden aumentar la proporción de conexiones que un genetista puede extrapolar y reducir la búsqueda de sospechosos.

Una de mis preguntas y reflexión sobre la lectura de ese artículo es ¿tienen todo esto en mente nuestros gobernantes para desarrollar una política de seguridad o seguirán con la medieval tortura y “tehuacanazo” en la nariz del inculpado para obtener confesiones y culpables que no lo son?

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx
 

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