Mirador
Le hemos cortado el último higo a la higuera del jardín. En la memoria está el sabor de sus frutos, lúbricos y bíblicos, y sobre la mesa de la cocina miro los frascos de la riquísima mermelada que en el invierno será recuerdo del verano.
Ahora estoy viendo mi higuera. Movidas por el viento de la tarde las ramas del viejo árbol parecen los brazos de un buen trabajador que se despereza al fin de la jornada.
Cuando las hojas caigan, y sea la higuera como una mano abierta al cielo, evocaremos los higos del ayer y pensaremos en la promesa de los que mañana llegarán. Eso es la vida: recuerdo y esperanza.
¡Hasta mañana!...
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