Vida

El gran humanista

miércoles, 25 de noviembre de 2020 · 01:22

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

El legado del escritor Víctor Flores Olea, quien falleció el domingo a los 88 años en Acapulco, Guerrero, fue destacado por figuras de la diplomacia, el arte, la política y la academia, ámbitos en lo que se involucró quien fuera el primer presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) entre 1988 y 1992.

Si en la encomienda cultural se le señala como forjador de instituciones, entre ellas el Fonca y el Museo Nacional de Culturas Populares, en la diplomacia se le atribuye frenar el intervencionismo estadounidense en América Latina en los 80, mientras en la academia se le reconoce la convocatoria a pensadores de diversas latitudes para animar el debate y la reflexión intelectual.

“Fue un gran privilegio trabajar con un hombre de una cultura tan vasta, con tantas sensibilidades tan heterogéneas, porque lo mismo era un experto en Marx y en Weber que en literatura o en pintura y, ya no digamos, en fotografía: fue un gran fotógrafo. También era aficionado a la música clásica; un hombre muy completo, un verdadero humanista”, destacó en entrevista el senador Héctor Vasconcelos, quien fungió como primer secretario ejecutivo del Fonca durante la gestión de Flores Olea.

Flores Olea nació en Toluca el 24 de agosto de 1932. Perteneciente a la Generación de Medio Siglo -de la que también formaron parte Carlos Fuentes, Enrique González Pedrero, Jaime García Terrés y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros- estudió Derecho en la UNAM y el doctorado en Ciencias Políticas en la Escuela Práctica de Altos Estudios de París.

Los integrantes de dicha generación desempeñaron un papel fundamental en la vida pública mexicana, señaló Vasconcelos.

“Estuvo extraordinariamente bien formada. Aunque en principio estudiaban Derecho, tuvieron una formación humanística muy importante. Fueron grandes conocedores de la literatura, de las artes, y además tuvieron una perspectiva muy cosmopolita. Todos ellos pasaron muchos años de su vida en el extranjero. Esto le dio a cada uno gran versatilidad y se distinguieron en ramas muy distintas del saber”, apuntó el actual legislador.

Tal formación, previno, se desdibuja cada vez más en México.

“En generaciones posteriores a la de Medio Siglo ha habido una tendencia a la especialización excesiva. Decía don Alfonso Reyes, otro humanista, que cada vez sabemos más de menos”.

Flores Olea, recordó Vasconcelos, promovió la Escuela de Ciencias Políticas, que posteriormente se convirtió en Facultad de Ciencias Políticas (FCPyS) de la UNAM.

EL LIBERTARIO
Como director de la FCPyS, Flores Olea abrió las fronteras de México para animar discusiones sobre el pensamiento libertario del siglo 20, destacó, por su parte, el historiador César Moheno.

“Gracias a él los estudiantes de esa épocas -principios y mediados de los 70- pudieron a escuchar, por ejemplo, a Eric Hobsbawm, a André Glucksmann o a Herbert Marcuse”.

Cuando encabezó el Conaculta, germen de la actual Secretaría de Cultura, Moheno recordó una noche en Oaxaca tras un intenso día de gira, que culminó con una tertulia de la surgió el proyecto del Museo Nacional de Culturas Populares.

“Íbamos Guillermo Bonfil Batalla, Roberto García Moll, Andrés Valencia y yo. Fui privilegiado testigo de una de las conversaciones más luminosas que he podido atestiguar Entre muchos otro temas culturales se habló del libro Los trazos de la canción, de Bruce Chatwin, y como producto de esa conversación se fundó el museo, que se inauguró con exposición La vida en un lance”, dedicada a los pescadores de México.

“Me parece que podríamos pensar en Flores Olea como un hombre del renacimiento, gracias a su curiosidad”, ponderó Moheno.

Acicateado por la curiosidad, llevaba siempre, según recordó, una pequeña cámara Leika, dispuesto a usarla lo mismo en los viajes de placer que en los de trabajo.

“Esta gran curiosidad le hizo impulsar la Dirección General de Culturas Populares -que encabezaba Bonfil Batalla-, porque siempre estuvo muy cerca de la música e impulsó un proyecto de catálogo de las músicas populares mexicanas, y también se interesó por los organilleros e impulsó un catalogo de ellos, reconociéndolos como músicos populares”, enfatizó.

EL NACIONALISTA
Embajador de México en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la UNESCO, así como subsecretario para Asuntos Multilaterales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Flores Olea defendió la soberanía de la América Latina, destacó Vasconcelos, también diplomático.

“En su actividad diplomática siempre privilegió la defensa de la soberanía de México. Y, como miembro de su Generación, estaba muy consciente de la resistencia que debía sostener América Latina respecto de lo que en aquellos años se llamaba el imperialismo y refería la acción de los Estados Unidos en los años de la posguerra.

“Fue un gran nacionalista, un gran defensor de la soberanía nacional y de los movimientos y gobiernos de izquierda a lo largo de toda América Latina. Fue un gran defensor de la Revolución Cubana, sobre todo en sus años iniciales. Perteneció a toda la izquierda académica que ha florecido en las universidades latinoamericanas a lo largo de todo el siglo 20”, señaló.

En México, formó parte del Comité de Intelectuales del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), convertido luego en el partido que postuló a López Obrador.

En los libros de Flores Olea y en sus colaboraciones como articulista resuenan esas ideas progresistas, nacionalistas y afincadas en la tradición cultural mexicana, pondera el senador.

Flores Olea recibió, entre otros reconocimientos, las Palmas Académicas de la República Francesa 1977, la Orden del Cruzeiro Do Sul 1977, la Medalla Simón Bolívar de la UNESCO 1983 y la Orden Andrés Bello 1988.

UNA POLÉMICA
La presidencia de Flores Olea en Conaculta culminó anticipadamente.

El Conaculta, junto con la UNAM, organizó el Coloquio de Invierno en 1992, del cual habría sido excluido el poeta y Nobel de Literatura Octavio Paz, según relató la prensa de la época como parte de una polémica que han recogido autores como Armando González Torres en Las guerras culturales de Octavio Paz.

Consultado al respecto, el senador Vasconcelos, respondió: “Fue un momento sumamente desafortunado. Ya se estaban conformando en México, en aquella época, dos corrientes, dos bandos en la intelectualidad mexicana, representados quizá por las revistas Vuelta y Nexos, y diría que hubo intolerancia de ambas partes, pero sobre todo intolerancia hacia don Víctor Flores Olea”.

 

 

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