Sus libros del año

lunes, 28 de diciembre de 2020 · 03:11

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México


En este año de la pandemia, donde la vida y las lecturas fueron trastocadas, escritores señalan los libros que les ayudaron a abrirse paso entre la niebla.
 
Jeannette L. Clariond, poeta
            Economía de lo que no se pierde. Leyendo a Simónides de Ceos con Paul Celan, de Anne Carson.
“El libro que más me ha dejado en los últimos años es Economía de lo que no se pierde. Leyendo a Simónides de Ceos con Paul Celan, de Anne Carson, una poeta a quien admiro por su humildad, su inteligencia y su ironía.
“Carson siempre está viva. Y se nutre de poetas vivos. De estar muertos, ella, al traducirlos o al citarlos, los trae a la vida. ¿Cómo? Por su conocimiento de la raíz. Eso le sucedía a Gonzalo Rojas. Esos son los grandes poetas que puedan realmente crear neologismos: no inventan palabras, re-hayan la antigüedad del vocablo, se internan en la raíz griega o latina y crean algo nuevo, revivido, diría.”
 
Miguel Covarrubias, poeta, cuentista
            La force du sexe faible. Contre-histoire de la Révolution française, de Michel Onfray.
“Durante este año nuestras lecturas se ralentizaron como no recuerdo haya sucedido así en tiempos pasados. La razón no amerita explicación alguna: simplemente el mundo, al mostrarnos un rostro marchito y abracadabrante, logró paralizarnos en su totalidad o en partes.
“Con todo eso a nuestro disfavor, hemos cumplido algunas metas. Así es como pudimos leer un libro iluminador: La force du sexe faible. Contre-histoire de la Révolution Française, de Michel Onfray. Este autor, lo dice el subtítulo, arremete enjundiosamente contra de la visión maniquea y machista de los historiadores consagrados. Cuando decimos lo anterior, se sobreentiende que esa clase de historiadores se compone de puros varones. Aunque en el caso de la Revolución Francesa, la primera historia de esta gesta libertaria fuera escrita por una mujer: Madame de Staël. Ella, dijeron los consagrados, “no es digna de entrar en la corte de los grandes”.
“Por último, les pido que repitan en voz alta el título de esta desafiante obra: La fuerza del sexo débil.”
 
Sofía Segovia, novelista
            La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexeievich.
“Con La guerra no tiene rostro de mujer, una ‘novela de voces’ de no ficción que da a la mujer una voz histórica, Svetlana Alexeievich venció la sólida censura de la URSS, pero más importante: también abre una grieta a la más ignorada -pero aceptada- censura que ejerce la Historia Universal, que en general ha borrado la aportación, la experiencia, la visión y la sensibilidad de la mujer, para contar lo humano solo desde el quehacer ‘masculino’.”
 
María de Alva, novelista
            La hija de la costurera, de Joumana Haddad.
“La hija de la costurera, de Joumana Haddad, es una novela en la que se van urdiendo los hilos de la vida de varias generaciones de mujeres en Medio Oriente, desde el genocidio armenio a la guerra civil de Líbano y la jihad del nuevo milenio. Así, el lugar del encierro doméstico con esta labor de manos que se hereda entre generaciones de mujeres, cumple como en Penélope un acto de resistencia y alivio ante la adversidad del mundo.”
 
Hugo Valdés, novelista
            El difunto Matías Pascal, de Luigi Pirandello.
“Con cierta urgencia releí El difunto Matías Pascal, del italiano Luigi Pirandello, luego de que conociera la novela hace más de 30 años. Nunca olvidé la sensación de tristeza y angustia que me provocó lo que se supone debía ser una experiencia cercana al humor debido a los bandazos existenciales que padece su protagonista, después de ser dado por muerto a resultas de una simple confusión y de su ausencia del pueblo natal.”
 
Gabriela Riveros, poeta y novelista
            Desierto sonoro, de Valeria Luiselli.
“Considero que la lectura de la novela Desierto sonoro, de Valeria Luiselli fue una de las más importantes para mí durante este 2020 porque su construcción literaria dialoga con la novela que actualmente escribo.
“En ella, como en la novela de Luiselli, se entretejen los archivos históricos, la imaginación, la geografía continental y la de las emociones, lo silenciado, los ecos de quienes no pudieron contar sus historias, la incertidumbre de los migrantes, la violencia institucional, la resistencia al olvido mediante la palabra.”
 
Pedro de Isla, novelista, cuentista
            La casa del dolor ajeno, Julián Herbert.
“La fallida presidencia de Trump, sus ataques durante cuatro años y los que sigan, la locura de inventar teorías para defender lo indefendible y la gente que se aprovecha de ellas para su beneficio personal, me remitió a un hecho que sucedió en nuestro país. En mi caso, releer La casa del dolor ajeno de Julián Herbert (novela que por cierto presenté en la FIL de Monterrey hace unos años) fue tan importante. El subtítulo “crónica de un pequeño genocidio.” ya apunta a la raíz del asunto: no hay pequeños genocidios como no hay ligeros embarazos o simples asesinatos.”
 
Mónica Castellanos, novelista
            Charlotte, de David Foenkinos.
“¿Qué libro consideré el más importante este año entre mis lecturas y por qué? De inmediato respondí Charlotte, del francés David Foenkinos. Este libro me lo regalaron hace un tiempo, un día lo tomé del estante y para mi sorpresa, al comenzar a leer me encontré frente a una obra de arte. Todo en esta novela destila arte.”
 
Hernán Galindo, dramaturgo
            Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa.
“El Libro del desasosiego es poético, íntimo cuya esencia es la saudade. Por otra parte, descubrir a Julie Otsuka, autora que rescata el tema que se quiere olvidar de los japoneses aislados en Estados Unidos durante la Segunda Guerra, ha sido entrañable. Estupendo.”

 

 

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