CULTURA

Golpe cortante a la ciencia

Hace 18 años, una nueva legislación en materia de ciencia, tecnología e innovación instituyó el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico, el cual se encuentra en suspensión parcial de actividades
martes, 21 de julio de 2020 · 00:00

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

En los albores del milenio, la implementación en el país de una nueva legislación en materia de ciencia, tecnología e innovación instituyó una de las instancias más relevantes para el sector en los últimos 18 años: el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (Fccyt).

Se trata del órgano autónomo de consulta de los poderes Ejecutivo y Legislativo, así como del Consejo General y la Junta de Gobierno de Conacyt.

“El Foro surgió en la Ley General de Ciencia y Tecnología del 2002 como resultado de un conjunto de acciones que venían haciendo las comunidades científicas, tecnológicas y de innovación -yo diría sobre todo la comunidad científica-, desde muchas décadas atrás.

“No es que de pronto en el 2002 se les ocurrió que había que crear un espacio que representara las voces de las comunidades de ciencia, tecnología e innovación. No”, expresa en entrevista Gabriela Dutrénit, quien coordinó de 2012 a 2014 el Foro Consultivo, que está en suspensión parcial de actividades, luego del acoso y sistemático desmantelamiento del que ha sido objeto por parte de Conacyt.

El hecho de que haya surgido el Fccyt, continúa Dutrénit, es porque había una demanda y la necesidad de pasar de políticas gubernamentales decididas de arriba hacia abajo a políticas públicas donde se reflejara una mayor participación de las comunidades que serían afectadas por tales decisiones.

Fue una necesidad de representatividad, coincide José Antonio de la Peña, a quien le tocó coordinar el recién creado órgano en 2002 y hasta 2004.

Un origen muy distinto al que planteara hace unos meses por televisión la directora de Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, al decir que el Foro “se creó durante el panismo para que las empresas pudieran cabildear a favor de sus intereses”.

“No, de ninguna manera fue así”, señala De la Peña.

“El surgimiento del Foro coincidió con el panismo, por un lado, pero yo nunca estuve afiliado a ningún partido y no solo yo, sino que el Foro nunca tuvo una posición partidista”.

Y en los primeros años tras su creación, rememora De la Peña, los principales esfuerzos del órgano estuvieron puestos en darse a conocer, lo cual se hizo a través de foros de discusión y encuentros a nivel nacional con legisladores y otros personajes.

“El Foro ya formaba parte de una ley, pero esa ley no era conocida ni por los diputados locales ni por los federales. Entonces fue un proceso para que, paulatinamente, se fuera dando a conocer a nivel de todo el País y en los diferentes sectores”, detalla.

Construyendo diálogo
Que el Foro Consultivo asesore al Presidente de la República y al poder Legislativo, opina José Franco, es muy fácil ponerlo en el papel, pero es muy difícil llevarlo a cabo.

“No es un secreto para nadie que los Presidentes en nuestro País difícilmente se dejan asesorar por los sectores académicos”, dice el también ex coordinador del Fccyt, al frente de éste de 2014 a 2018.

“Lo que sí sucedió y que fue muy exitoso es que el Foro generó puentes con el Legislativo y, de hecho, hizo una oficina, la única oficina en México que se dedicó a generar documentos específicos tanto para la Cámara de Senadores como para la de Diputados”.

Se trata de la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (Incytu), que a lo largo de los años generó una gran suma de documentos expresamente para los legisladores en temas tan relevantes como la obesidad, el manejo de residuos electrónicos o el propio financiamiento que recibe la ciencia en México.

“El objetivo era generar esta información para que las decisiones se tomen no con el hígado, sino con el cerebro, con información rigurosa y bien estructurada”, señala Franco.

Uno de los documentos más largos y relevantes que se generaron desde ahí, evoca el físico, fue sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (Naicm).

La conclusión a la que llegaron era que ninguno de los proyectos planteados era adecuado. Todos tenían serias deficiencias por diferentes razones, y en el que menos información había, del que menos se sabía porque no había documentación, era el de Santa Lucía.

“Y llama la atención que el que terminan estableciendo que se va a hacer sea ése”, apunta.

“Este es un tipo de asesoría que no existe en ningún otro lado, y al deshacerse el Foro se deshace la única oficina que ha hecho esto y que tenía la experiencia para hacerlo”.

Gabriela Dutrénit comparte que durante su gestión su preocupación era que se escucharan más voces: más de los estados, más de las ciencias sociales y, sobre todo, más de las mujeres.

Como coordinadora, también le tocó completar el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), es decir, todo el proceso de consulta que se hizo sobre cómo debían evaluarse los posgrados.

Y también mientras estuvo al frente del Foro se recogió la voz de los investigadores del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) sobre qué opinaban del propio sistema. Participaron entre 9 mil y 10 mil miembros del SNI, y los resultados se le entregaron posteriormente a Conacyt.

“Si Conacyt hizo algo, mucho o poco, pues no, no hizo mucho con eso. La verdad sea dicha, no hizo mucho. Pero así se le fueron entregando.

“El Foro fue avanzando en esa dirección. ¿Que todas las voces eran oidas? Pues no, la verdad no, porque eso es muy difícil. ¿Que cada vez más voces fueron oidas? Sin lugar a dudas”, enfatiza la científica.

Y las recomendaciones no sólo iban dirigidas a Conacyt, sino a secretarias como la de Economía, Energía o Educación Pública. Fue un trabajo de forma transversal con todos los que lo demandaran.

Si el trabajo del FCCyT logró impactar y transformar al País, es algo que puede ponerse en duda y analizarse. Pero el que haya cumplido con la labor que la ley le mandataba es incuestionable.

“Los cambios no son de un día para otro”, dice Dutrénit.

“Uno puede hacer el análisis como guste de si el Foro ha impactado o no. Yo creo que tan ha impactado que es un ente que tiene muchísimo prestigio”, opina, por su parte, Franco.

A merced de ‘un trabajo perverso’
“El día de ayer estuvimos en la toma de protesta de la nueva coordinadora general del Foro Consultivo y Tecnológico. Felicito a la Dra. Julia Tagüeña por su nuevo cargo. Fue un enorme gusto recibir en Conacyt a colegas, amigos y a tantas personas comprometidas con la ciencia”, tuiteó María Elena Álvarez-Buylla el 17 de enero de 2019. En ese momento nadie imaginaba lo que vendría.

En julio de ese año, Conacyt se deslindó de la obligación que la propia ley le impone para destinar los recursos económicos necesarios para la operación del Fccyt, acusando un presunto uso indebido de dicho gasto.

A partir de ahí, Álvarez-Buylla -junto con otros personajes- comenzaron a difundir que el Foro y su titular habrían incurrido en prácticas cuestionables, como la asignación directa de cantidades millonarias cuando Tagüeña aún fungía como directora adjunta de Conacyt en el sexenio pasado, sin jamás haber presentado prueba alguna que sustentara sus dichos.

¿En verdad habría lugar para estos manejos irregulares dentro del Foro Consultivo?

“No, en absoluto. Pero es que, ¿cómo se podría? Éramos evaluados todo el tiempo”, remarca Gabriela Dutrénit.

La académica lo pone en duda al recordar que, para solicitar recursos a Conacyt, lo primero que se hace es elaborar y presentar un plan de trabajo ante la Mesa Directiva del Foro -en la que participan 20 instituciones-. La Mesa avala el plan, y entonces se le presenta al director de Conacyt para su consecuente discusión.

“Y después, a partir de septiembre, teníamos un auditor instalado como si fuera una parte del mobiliario, porque todos los años se hacía la auditoría, misma que se entregaba cuando se reportaban los gastos realizados, y Conacyt analizaba esos resultados”, agrega.

Y aunque un Juez de Distrito ordenó en septiembre del año pasado que Conacyt debía restituir los recursos al Foro, el organismo que dirige Álvarez-Buylla ha desacatado y permanecido al margen de la ley hasta el día de hoy.

Sin esa fuente de ingresos que permita su operatividad, el Fccyt entró en suspensión parcial de actividades, Tagüeña renunció y no hay sino incertidumbre respecto al futuro del órgano de consulta, en especial luego de que Conacyt modificara en diciembre pasado su estatuto orgánico para crear un segundo Foro Consultivo, Científico y Tecnológico, del que el jueves pasado fue designado como coordinador el ingeniero bioquímico Guillermo Funes Rodríguez.

“Es una lástima que en México demos un paso atrás, porque no es lo mismo que haya un organismo autónomo a que haya un organismo que depende de la dirección de Conacyt. Son dos cosas distintas, se creó otra cosa. No es el espacio autónomo donde libremente se pueden expresar opiniones”, lamenta Dutrénit.

En esa autonomía que ha caracterizado al órgano durante sus 18 años de historia es donde Franco estima que se originó el malestar por parte de Álvarez-Buylla.

“El Foro es un organismo autónomo que no se pliega a los caprichos de la directora general (de Conacyt). Nunca ha sido comparsa de las autoridades, ni de Conacyt ni del Gobierno federal”, remata Franco.

FRASE
“El foro representa una voz independiente de la Ciencia, una voz que representa a un conjunto de instituciones que de otra manera no estarían representadas. Al perderlo se corre el peligro de caer en el centralismo”.

José Antonio de la Peña

Primer coordinador del Fccyt
 

 

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