Cultura

Primera población de América

Investigaciones en la cueva del Chiquihuite sugieren una ocupación prehistórica de entre 30 mil y 13 mil años
jueves, 23 de julio de 2020 · 00:00

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Análisis de laboratorio en fragmentos de hueso animal, restos de plantas y ADN ambiental, así como herramienta lítica hallada en la cueva del Chiquihuite sugieren una ocupación prehistórica de entre 30 mil y 13 mil años.

Estos descubrimientos aportan pruebas contundentes de que el poblamiento de América del Norte fue más antiguo de lo que se suponía hace apenas dos décadas, y se suman a otros descubrimientos relevantes en las Tierras Altas de Chiapas, México central y cuevas inundadas de la costa caribeña, correspondientes al final de la época del Pleistoceno y al Holoceno Temprano, informó el INAH en un comunicado.

Además de proporcionar datos confiables de la antigüedad de la presencia humana en la región noroeste de México, las evidencias materiales indican la diversidad cultural de los primeros grupos que se dispersaron por el continente.

Así lo da a conocer una investigación multidisciplinaria e interinstitucional publicada este miércoles en la revista científica Nature, en la cual los científicos, encabezados por el doctor Ciprian Ardelean, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, sugieren que América del Norte estaba poco poblada, posiblemente, antes del Último Máximo Glacial (LGM, por sus siglas en inglés), que ocurrió entre hace 18 mil a 27 mil años, es decir que existieron grupos humanos anteriores a los Clovis, por mucho tiempo considerados los primeros pobladores de América, con 13 mil 500 años de antigüedad.

En el artículo, los científicos describen rigurosos métodos de estudio en laboratorios de Dinamarca, Oxford y México, aplicados en muestras microscópicas de hueso, carbón y sedimentos en los que se conservaron polen y fitolitos, así como elementos químicos propios de la acción humana, los cuales llevaron a la obtención de datos cronológicos certeros.

Asimismo describen avances en el estudio de la lítica recuperada en la cueva, la cual suma alrededor de mil 900 artefactos de piedra. Explican que se trata de una tradición cultural de trabajo de piedra desconocida, que perduró durante los casi 18 mil años de ocupación del sitio.

Condiciones ideales
La cueva del Chiquihuite se ubica a 2 mil 740 metros sobre el nivel medio del mar y, aproximadamente, a mil metros sobre el suelo del valle.

Al interior de la cueva, la temperatura se mantiene en 12 grados, no importa si afuera es invierno o primavera, y Ardelean supone que sirvió de refugio obligado durante el invierno, donde cazadores-recolectores se protegían de las bajas temperaturas registradas antes del Último Máximo Glacial.

El área de excavación se ubicó 50 metros hacia adentro de la entrada principal de la cueva, la cual quedó sellada a consecuencia de un derrumbe a finales del Pleistoceno.

Los arqueólogos ingresaron por una entrada secundaria, haciendo maniobras de excavación de alto riesgo, siguiendo un desarrollo muy lento para evitar un deslave.

Las condiciones de la cueva, su temperatura regular y el hecho de quedar sellada por el derrumbe contribuyeron a que en su interior se conservara material orgánico en perfectas condiciones, lo que hizo posible recuperar ADN ambiental, que Ardelean define: “Moléculas de ADN disueltas en la tierra procedentes de polen, orina, cabellos, células muertas”; explica que cualquier componente de un ser vivo queda disperso en el ambiente y cae al suelo, pegándose a las arcillas, las cuales se recuperan para ser analizadas.

A través de estudios de laboratorio se identificaron especies de plantas presentes en cada época; para el Último Glacial, los resultados describen una zona boscosa que el arqueólogo compara con paisajes canadienses: bosques, grandes lagos e inviernos crudos.

Pasado el LGM ocurre un cambio muy claro en el que dominan las agaváceas.

Entre la fauna se identificó ADN de murciélago presente en todas las capas, así como de roedores, marmota, cabra, oveja, y baja proporción de aves como gorrión y halcón.

En tanto, de fragmentos de hueso se extrajo microfauna, y en los estratos del periodo LGM se recuperaron restos óseos que corresponden a géneros más grandes como oso negro, cóndor y nutria.
 

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