CULTURA

Reviven 50 años de Los Folkloristas

La versatilidad y conocimiento de los instrumentos utilizados para ejecutar cada pieza de acuerdo con la región a la que pertenece ha sido el alma de esta agrupación
martes, 4 de agosto de 2020 · 00:00

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

“Bienvenidos a la peña de Los Folkloristas. Hagamos de este recinto una peña donde se baila, donde se canta y se aplaude con ganas”, recibía así al público del Palacio de Bellas Artes, hace cuatro años, el músico Enrique Hernández.

El llamado fue atendido al instante. Apenas había sonado “La sanlorencina”, una cueca boliviana, y la gente congregada en la Sala Principal ya hacía segunda con las palmas. Al llegar a los sones huastecos, era imposible para varios no levantarse a bailar.

Unos meses antes, cuando la trayectoria de Los Folkloristas fue galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de las Artes y Tradiciones Populares, José Ávila, cofundador del ensamble en 1966, había dicho: “No pretendemos el show, pero nuestros conciertos resultan una fiesta”.

Festejo sonoro y multicultural
Aquel 10 de septiembre de 2016 la velada era eso, una fiesta, un festejo sonoro y multicultural por los primeros 50 años de historia de la agrupación pionera en la difusión de la música tradicional mexicana y de América Latina. Un magno concierto retransmitido este domingo en la plataforma Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura y en el canal de YouTube del INBA.

Ataviados, ellos, en ponchos granates con líneas de colores y, ellas, con blusas con grandes flores, los músicos dieron vida a un repertorio devenido en un paseo por Latinoamérica y los pueblos de México, lo mismo con capoeira brasileña, rumba timbiriqueña de Colombia o El cóndor pasa, considerado el segundo himno de Perú, que con El negro chimeco, una chilena mexicana que ejemplifica la riqueza lingüística.

Con breves pausas entre tema y tema -de la veintena que resuenó durante cerca de tres horas de concierto-, para poder cambiar de instrumentos. En sus presentaciones usan de 60 a 70 distintos: guitarras, jaranas, marimbas, arpas, violines, teponaztles, quijadas, sonajas, maracas y acordeones, entre varios otros que esperaban a espaldas del grupo su turno para entrar en acción.

La versatilidad y conocimiento de los instrumentos utilizados para ejecutar cada pieza de acuerdo con la región de América Latina a la que pertenece ha sido el alma de Los Folkloristas desde su nacimiento como un numeroso grupo de amigos que se reunían para tocar por gusto a la par que descubrían instrumentos desconocidos en México.

Y junto a la ejecución musical, no podía hacer falta el canto nuevo, la voz de protesta y el compromiso con las luchas populares, parte también fundamental del ensamble. Todo esto traído a cuenta a la hora de entonar Vientos del pueblo, de Víctor Jara.

“Queremos dedicarle a él y a todos los luchadores sociales, a todos los grandes luchadores sociales que ha tenido América Latina esta pieza. Desde Cuauhtémoc en Tenochtitlan hasta Tahuantinsuyo allá en Sudamérica, pasando por todos los quilombos libertarios que han dado qué decir”, clamó Sergio Ordoñez.

“En cuanto a la lucha por la dignidad, hoy Los Folkloristas una vez más levantamos nuestra más enérgica protesta, nuestra más enérgica declaración. Desde Ayotzinapa, desde Acteal, desde Nochixtlán. ¡Prohibido olvidar!”.

En memoria de excompañeros
La noche seguía y las canciones se sucedían al igual que los invitados a escena para interpretarlas. Ex follkloristas como Guillermina de Francisco, Rosalinda Reynoso, Sara Rosa Medina, Rosa Elena Domínguez (quien le puso nombre al grupo), el percusionista Carlos Tovar y el vihuelero Efrén Parada.

“No son todos los que son ni son todos los que están”, expresó Hernández al comentar que a lo largo de 50 años un total de 49 integrantes habían pasado por las filas de la agrupación, algunos de ellos ya fallecidos.

Pérdidas como la que tuviera lugar hace apenas un par de semanas, el 20 de julio, cuando Rubén Ortiz, también cofundador de la agrupación, falleciera a los 87 años.

El arquitecto, intérprete y compositor quien, aquella noche de aniversario en Bellas Artes (su tercera ocasión cantando en el emblemático recinto), subió al escenario con una guayabera blanca y en silla de ruedas para entonar el “Son del jabalí”, un son jalisciense, de los que se autodenominaba un enamorado y en los que era especialista.

Mas no sin antes dedicar unas palabras a Jorge Saldaña y René Villanueva, figuras clave junto con Ortiz y José Ávila para que la agrupación surgiera en la peña del músico Salvador “El Negro” Ojeda.

Incluso rememoró el pasaje en el que, después de mucho tiempo de estar pensando cómo se llamarían, Rosa Elena Domínguez sugirió que, tal como en italia I musici (Los músicos) se habían denominado así por hacer música, ellos fueran Los Folkloristas por estar abocados a hacer folklore.

“Ya por cansancio todos votamos a favor”, dijo Ortiz, desatando las risas del público.

Con la entrega de una placa conmemorativa y la interpretación de “La Paloma”, icónico himno por la paz, a los músicos no quedaba mucho más que agradecer, a la sala llena y a los que seguían el recital en las pantallas afuera del Palacio o desde internet, y esperar que haya Folkloristas un medio siglo más, o dos.

“Esperemos que este proyecto dure otros 50, y otros 50 más”, cerró Diego Ávila.
 

 

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