Vida

Una travesía íntima

lunes, 21 de septiembre de 2020 · 00:00

AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Un viaje a su pasado y a su historia familiar, que va de la mano con el México de la primera mitad del siglo pasado, es el que trae la escritora mexicana Cristina Rivera Garza a las páginas de su nuevo libro, Autobiografía del Algodón (Random House).

Es el primero de sus más de 20 libros publicados donde aborda una tema tan íntimo, que va a las entrañas, pero sobre todo al territorio en donde todas estas historias ocurren, la historia de sus abuelos paternos, pero también la historia de los agricultores de algodón del norte de México y del movimiento migratorio de esa época.

Este libro, que le llevó más de seis años escribir, es el inicio de una serie de libros que registrarán el paso de sus antepasados, atravesados por la lucha obrera, como una visión de ese México.

En este -que recién salió a la venta-, atraviesa los campos de algodón en Coahuila y Tamaulipas y su huelga por las tierras que el Gobierno carrancista les prometió desde un poblado llamado Estación Camarón, que luego José Revueltas exploró en El Luto Humano, para cruzar el Río Bravo y comenzar una travesía hacia la frontera norte.

¿Cómo se constituyó este libro?
“Las historias de migración no son fáciles, son historias traumáticas, son largas jornadas en las que hay hambre, dolor, humillación, discriminación, racismo, todo lo que sabemos, no son las pláticas ligeras de la sobremesa hablar de estas cosas, hay que escarbar por muchos lados, en ese escarbar me llevé más o menos seis años de andar visitando archivos locales en Nuevo León, en Tamaulipas, en Washington, paseando, viajando en los sitios donde el algodón fue tan importante. Viajando hasta San Luis Potosí, hasta la Estación Camarón misma”.

¿La escritura ocurre de manera paralela? ¿ocurre después a este largo proceso de documentación?

“Este libro cambió de forma muchas veces, al inicio yo pensé que estaba escribiendo más bien un libro de historia, por la primera relación de los archivos y de hecho publiqué un par de artículos de historia con base en estos documentos, después sentí que no era suficiente, que no era lo que yo quería hacer. Esta es una historia en la que me interesa el dato, el contexto y clarificar grandes patrones de cambio pero también y sobre todo me interesaba el dato íntimo, la serie de relaciones humanas y no humanas que configuran este lado específico de la frontera, tuve que hacer muchas revisiones, muchos cambios, muchas pruebas de escritura”.

¿Qué papel juega la ficción en este libro?
“He ido cultivando una sana suspicacia acerca de la ficción, en lo que hacemos ahora en este tiempo en el que tantas cosas parece de ficción, para el libro tuve que aceptar que la ficción no es sólo útil, sino pertinente, adecuada para irla yuxtaponiendo con procesos de escrituras de no ficción, de otro tipo de escrituras e interrupciones”.

Hay partes en el texto en las que abordas parte de tu historia más reciente, me refiero a la historia de sus padres, a la historia de su hermana. ¿Fue difícil decidir incluirlo ahí?

“Fue absolutamente difícil. Es de las decisiones más difíciles que he tomado hasta ahora, pero no podía no hacerlo, en un texto en el que estaba apostándole a estas relaciones, el cómo el ambiente, los cultivos, la materialidad de nuestro entorno determina mucha de nuestra vida interior, nuestra vida emocional no podía dejar de lado los elementos que desde el presente me conmina a ir hacia al pasado, por eso digo que este es un libro sobre el presente”.
 

 

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