MARCO DEPORTIVO
Ensenada, B.C.
Rayas a color y a ocho columnas
Para unos, ver la camiseta a rayas blancas y rojas, con el pantaloncillo azul y las medias blancas o azules, genera un sentimiento cercano a la veneración, un amor incondicional y por lo mismo ciego. Tal vez sea una cuestión hereditaria, una especie de ADN futbolero que pasa de generación en generación. Para otros, el equipo resulta insoportable por su tendencia al drama, a la victimización, ya sea con el recurso melodramático de “somos puros mexicanos y por eso siempre estamos en desventaja” (como si jugar con extranjeros fuera un delito o atentara contra el reglamento de competencia), o la histórica inclinación de culpar al árbitro de sus derrotas después de acusarlo –sin pruebas, claro está– de ser “comprado” por el acérrimo rival, que, al igual que ellos, de triunfador sólo tiene el recuerdo. Los aficionados a las Chivas Rayadas del Guadalajara son especiales, fieles, apasionados y también imaginativos. Defienden a su equipo y se enorgullecen de que es “bien mexicano”. Muchos de ellos, cuando menos los que nacieron hace menos de 30 años, sólo han celebrado tres campeonatos (uno por década), pero son tanto o más entregados a la causa que los viejos aficionados, esos que quedan de la época del campeonísimo de los cincuentas y sesentas. También hay quienes ven a los aficionados de Chivas como unos talentosos creadores de historias de ficción a través de las cuales el “rebaño” siempre sufre de intrigas y conspiraciones por parte de todos y de todo para impedir su coronación. Eso, precisamente, despierta entre el público el equipo más popular de México. Nos gusten o no, las Chivas tiene un lugar aparte. Desatan pasiones entre seguidores y detractores, llenan los estadios, dividen aficiones. Son tema de conversación para todos: chicos y grandes, mujeres y hombres, conocedores y villamelones. Tijuana es testigo de este fenómeno. En la frontera, durante la última semana, no se habla de otra cosa. Las largas filas y los boletos agotados, son las principales noticias a unas horas de la primera visita de un grande del futbol mexicano a la plaza, desde que ésta es de primera división. Las Chivas enfrentarán hoy a los recién ascendidos Xoloitzcuintles y gente de toda la región quiere estar en el todavía pequeño Estadio Caliente, que resultará insuficiente ante la expectación que ha producido el partido. La visita del Guadalajara es tan esperada que hasta la política ha cedido como por arte de magia: priistas y panistas ya ni se acuerdan ni preguntan –cuando menos a la hora de pelear los boletos– quién es el propietario del equipo local. Hoy, pase lo que pase en Tijuana, se escribirá historia. El resultado, gane Xolos o gane Chivas o empaten, robará espacio a ocho columnas y a todo color no sólo en la sección deportiva de los diarios del estado, sino también en la plana de información general. No es para menos. Las Chivas, por hoy, facilitarán la tarea de las mesas de redacción del estado a la hora de elegir una de sus notas del día.
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