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Equipo de futbol trans en Brasil

En un país hostil hacia la población LGBT, un fallo del Supremo Tribunal genera esperanzas pese al contexto adverso, profundizado tras la elección del presidente Jair Bolsonaro
jueves, 13 de junio de 2019 · 00:00

AP
Río de Janeiro

Daniel Viana, un joven tatuador amante del futbol, convivió toda su vida con un dilema. Como transgénero se sentía incómodo dentro de una cancha jugando con mujeres y al mismo tiempo no era aceptado entre hombres.

Ahora, con la pelota en los pies, corre con entusiasmo hacia el arco. Lo rodea un grupo de diez jugadores iguales a él y bajo un sol rajante en Madureira, zona norte de Río de Janeiro, entrenan con un objetivo que excede lo deportivo.

En un país hostil hacia la población LGBT, un fallo del Supremo Tribunal genera esperanzas pese al contexto adverso, profundizado tras la elección del presidente Jair Bolsonaro, quien alienta una pauta conservadora. Los magistrados tipificarán el jueves la homofobia como un delito semejante al racismo.

Al calor de esta decisión, Bigtboys, un equipo de futbol recién formado por hombres transgénero, espera concretar su sueño: gambetear los preconceptos y vencer la discriminación en la nación más grande de América Latina.

“Acá adentro somos todos una familia, iguales, y no hay ningún prejuicio”, dice Viana. “Este equipo trae fuerza para mostrar que existimos”.

En Brasil no hay cifras oficiales que permitan constatar la violencia contra su comunidad y sólo se tienen datos de las denuncias recibidas por el Ministerio de Derechos Humanos: en 2018 hubo 138 víctimas fatales de personas LGBT, pero algunas organizaciones de transexuales y gays manejan cifras superiores a los 300 asesinatos.

A nivel internacional ocurre algo similar. Más allá del panorama ofrecido por algunas ONG, no hay instituciones que tengan datos claros sobre la población transgénero mundial y por ende tampoco hay una tasa de homicidios.

EL BRASIL CONSERVADOR
Brasil es muy conocido por su carnaval, su faceta más liberal, pero el país también mantiene raíces conservadoras. La homosexualidad es un asunto que incomoda todavía a un importante sector.

En 2014, un año después de que la justicia habilitara el matrimonio entre personas del mismo sexo, la cadena de televisión Globo transmitió por primera vez un beso gay en una telenovela. El hecho fue considerado un suceso nacional. Mientras militantes gays celebraron la escena como si se tratase de un triunfo en la Copa del Mundo, sectores conservadores accionaron contra el canal en la justicia y organizaron escraches frente a las oficinas de Globo en Río de Janeiro.

Pese a los embates, todavía no existe una ley que defienda a la comunidad homosexual. El fallo del Supremo Tribunal ocupará el “vacío” legal por el que muchas organizaciones han reclamado en los últimos años. Una mayoría formada por seis magistrados ya se pronunció al respecto y aunque aún resta que cinco de los once miembros del tribunal emitan sus votos, el resultado no cambiará.

En paralelo, el Senado discute un proyecto de ley que criminaliza la discriminación por orientación sexual en la misma dirección que el fallo aunque el proyecto estipula una relativa inmunidad a los ámbitos religiosos. Es decir, pastores y sacerdotes podrán predicar contra la homosexualidad o calificarla como un pecado. Además impide la demostración de afecto en los templos.

Bolsonaro no ocultó su disgusto con la decisión de la Corte. Dijo que los jueces estaban superando sus atribuciones al legislar y sugirió que Brasil está en momento de nombrar un juez evangélico para generar un contrapeso. El presidente podría indicar a un nuevo magistrado en 2019, cuando se abrirá una vacante por el retiro de uno de los miembros por jubilación, y luego el Senado debería aprobarlo. Bolsonaro ha dicho que la primera vacante será ofrecida al actual ministro de Justicia y exjuez del Lava Jato, Sergio Moro.

PRESIDENTE HOMOFÓBICO
El mandatario tiene un historial de comentarios ofensivos hacia los homosexuales. Cuando era diputado, dijo que prefería que un hijo gay suyo estuviera muerto antes que verlo besándose con otro hombre.

Esa ofensa le suena familiar a Viana, quien vivió el desprecio de sus padres.

Cuando en los registros oficiales todavía aparecía como Danielle y su género era femenino, atravesó momentos muy “dolorosos”.

Con quince años, al revelarse como hombre, fue rechazado por su familia. Con sólo dos bolsas vivió en la calle durante un tiempo y allí sufrió una violación, lo que derivó en un embarazo, y abortó. Con el tiempo, el deporte y el apoyo de su novia, ha empezado a cicatrizar esa herida.

“El fútbol me ayuda a mirar hacia adelante. Acá miro a los otros chicos y puedo decir que son mis amigos, y el creador del equipo nos mostró que podemos ir hacia adelante y superar los obstáculos”, dice.

 

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