Meta Deportiva

COLUMNA: CORRIENDO SIN PRISA

Por: Jesús Muschacho Peralta
lunes, 27 de diciembre de 2021 · 00:33

La segunda oportunidad
Casi la mayoría hemos tenido una segunda oportunidad, quizás al librarse de un accidente, no estar en el momento y tiempo o actualmente, con el Covid-19 y sus variantes. Lamentablemente hasta que tenemos de cerca la meta de la vida, es cuando reaccionamos, valoramos y agradecemos por una segunda oportunidad de vida.

Después de estar en cama por gripa cuatro días, la madrugada del 10 de diciembre, al no aguantar un fuerte dolor de cabeza que cuál daga atravesaba hasta la garganta, acudí a mi respectiva unidad médico familiar correspondiente ya con cita previa, donde mi médico me mandó al modulo de pruebas. Después de estar seis horas aguantando el dolor, el frío y como buen mexicano, esperando afuera de las instalaciones sentadito en la típica banca fría de cemento, llegaron los resultados que no me esperaba. De inmediato el médico me dio tratamiento y tuve la fortuna de tener donde aislarme solo y con mi visitante interno inesperado, sin arriesgar a los míos y luchar por liberarme de todo mal.

El seguir recomendaciones días antes como beber líquidos calientes, mi té nocturno, y cuidarme lo mas que pude, vino a facilitarme las cosas. Sin embargo los siguientes cuatro días fueron de delirio para mí por el medicamento recetado, olvidé que era dormir, pues solo al cerrar los ojos me veía corriendo queriendo cruzar al frente la meta de color blanco que se retiraba de mi, a pesar de seguir acelerando. A mis lados la gente dándome porras para no detenerme y que me prohibían parar. Lo curioso es que a mi lado derecho estaba la gente terrenal con la que convivo actualmente, a mi lado izquierdo toda la gente que conocí y que ya se encuentran en descanso eterno.

Quería abrazarlos, recuerdo gritarles por sus nombres, pero solo decían porras y se retiraban para que no los tocara. En esos cuatro días, vi pasar toda mi vida, mis actos, mis sueños, mis logros, y mis errores, prácticamente analicé mi vida. Temperatura no tuve, solo cansancio y frío, después de esos delirantes días, pasaron otros dos de puro dormir en posición de firmes, mirando hacia el techo para no obstruir mi respiración y así poder recuperar fuerzas. Me sentía mareado por el medicamento, y psicológicamente mi mente no pensaba bien algunas cosas, lo que sí me quedaba claro es que cuidarse uno mismo es cuidar a los demás también.

Hoy, gracias a Dios estoy de nuevo en pie para reorganizar mi vida ante esta segunda oportunidad. No sé aún si tendré secuelas, y si es así, no me preocupa porque lo principal lo tengo aún, la vida misma. Pude ver, escuchar y sentir a los míos y conocidos que ya se fueron. Lo que me reconforta y me motiva con muchas más ganas de seguir adelante con algunas cosas y, tendré que soltar otras porque nadie es permanente en este mundo.

Tengo la oportunidad de ir Siguiendo la Huella, pero corriendo sin prisa para disfrutar mucho mejor lo que hago y convivir más con mis semejantes. Tengo aún grandes experiencias que compartir y ¿por qué no? Revivirlas nuevamente en una nueva etapa con el conocimiento adquirido y que bien aplicado dará excelentes resultados.

En esta navidad el mejor regalo fue la segunda oportunidad de vida que el creador me ha dado, junto el análisis de mis 45 años de vida y que seguramente en conjunto tendrá un propósito. Aún hay “Muschacho” para rato, hasta que vuelva a ver de nuevo esa meta blanca y sin movimiento, en espera para cruzarla.



 

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