CORRIENDO SIN PRISA
En memoria
POR: Jesús muchacho PeraltaViene el Día de Muertos y me puse escribir lo que siento, igual va para ti que “vivito” estás leyendo descansando en una silla dentro de un aposento.
Los aplausos y las porras que paso a paso me acompañan, las dedico a quienes hoy están en cama, que por lesión o enfermedad, presentes no pueden estar en cada evento como acostumbraban.
No seré un élite o un famoso de renombre, pero quizás soy un ejemplo o una meta para alguien; ni un superhéroe defensor ante malvados, solo soy una persona con sentimientos encontrados.
Durante los kilómetros que corro recreativa o escasamente compitiendo, entre el viento a mi lado escucho tus palabras: “la competencia es solo un momento, donde el triunfo solo es un metal, el mejor triunfo que una amistad que dura más y sin oxidar. El metal te hace impuro, y para mal te puede cambiar, la amistad te hablará con honestidad y te hace recapacitar”.
Eso me hace olvidar “distractores” y concentrar mi mente imaginando qué sigue en la meta esperándome para recibirme con ese fuerte abrazo que con gusto me dabas, con la alegría intensa en tu rostro. En el momento justo me hiciste competir, cuando no confiaba en mí mismo, me diste el valor para cambiar a un paso veloz.
Animándome no dejaste pasar ningún detalle, “¡vamos, cierra, con todo, tu puedes!”. Fueron las últimas palabras de aliento hacia mí. Como olvidar aquella vez que demostré que sí podía estar entre los primeros, sin voz te quedaste de la emoción y las lagrimas rodaron en tu rostro al verme cruzar la meta y romper aquel listón.
Hoy ya no estás conmigo marcándome el ritmo, indicándome el braceo y jalándome en aquellos últimos metros, puedo olvidar aquellos consejos que me diste en pista, calle o en cerro. Me enseñaste a escuchar el viento cuando va de mi lado o en contra, a medir distancia con los arboles y a saborear la sal cuando la hidratación empieza a faltar, a cubrir el viento con el compañero y que hay momentos de hacer equipo en un solitario sendero para no estar solo entre algunos metros.
De aprendizaje fueron aquellos viajes, donde juntos compartimos experiencias. Hoy los tiempos han cambiado, solo quedan los recuerdos de aquellas vivencias. En reuniones y “convivios”, tu nombre es recordado por los compañeros de hace años, cuyo rostro se ve cansado pero aún corren animados ante el asombro de los hoy extraños.
Aún porto mi uniforme que justo me queda, veo mi zancada corta, y mi paso no es callado, mi rodilla no levanta y escucho mi respiración ya agitada. No es la falta de entrenamiento, sino la edad que ya me alcanza, hoy solo corro y termino con colmillo, y aun así doy cierre con algunos jovencillos.
Hay quienes la meta de la vida la siguen cruzando, uno a uno su momento va llegando y a cada uno, en su velorio le he llorado. Sus fotos, nota y su historia no ha faltado como símbolo de gratitud. La vida nos puso en el camino y de alguna manera hay que dar las gracias.
Ciclos se abren y ciclos se cierran, pero el que menos deseamos que se cierre es el ciclo de la vida, aún con diferencias y competencias, saber que se encuentran bien, es la mejor respuesta.
...