Meta Deportiva
CON ADN DEPORTIVO
Ángel Domínguez Niebla
Burlescos e intolerantes
Al quitarme la etiqueta de reportero o periodista, me doy el gusto de cada temporada, disfrutar del futbol americano, ya sea de NFL o NCAA, beisbol de Grandes Ligas, y un poco menos de los circuitos veraniego e invernal de nuestro país.
También decidí dejar de lado el bodrio en el que la televisora dueña del futbol ha convertido una Liga MX sin ascenso ni descenso, plagada de extranjeros de nivel medio a bajo y patrocinada por casas de apuestas, para sintonizar las transmisiones de las verdaderas potencias.
Obviamente, prefiero La Liga de España, Serie A de Italia, Bundesliga de Alemania y Premier League de Inglaterra, la cual, considero que actualmente es la mejor del mundo.
El baloncesto de la NBA es otra de mis opciones, así como los cuatro torneos de Grand Slam de tenis (Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos).
Tal vez sea porque mis equipos favoritos han perdido protagonismo o quizá debido a que ya estoy viejo, pero con el paso del tiempo he aprendido a ser más selectivo con lo que veo.
Aunque nunca me consideré un fanático, sino más bien un aficionado, confieso que en mi juventud sí hacía corajes y sufría durante los partidos de mis equipos favoritos, ya fuera Yankees, Steelers, Celtics o Pumas.
A partir de mi ingreso al periodismo deportivo, ya sacudiéndome cualquier posibilidad de ser un “hooligan” del teclado, me enfoqué en seguir los juegos desde otra óptica y mantener la objetividad sin dejar sentir los colores, aunque puedo apagar la televisión después de una derrota y mi vida continúa exactamente igual.
Ahora, leyendo las publicaciones de mis contactos, le doy gracias a Dios haber recapacitado al comprender que es solamente un juego y cualquiera que fuera el resultado, en lo personal, familiar o profesional, no me perjudica ni me beneficia.
En las últimas semanas confirmé que no hay diferencia entre un americanista, cuyo orgullo no le permite comprender que el hecho de que un árbitro se “equivoque” a su favor, no los hace menos aficionados, un madridista, Dodger Fan, “Canelover” o “Amlover”, la gran mayoría son iguales, creo que los llaman castrosos, irritantes o fastidiosos.
El ejemplo más claro son los que toda la semana están dando lata con el “ódiame más”, “hoy juega papá” o “el mejor equipo del mundo”, ese que tiene un campeonato -en temporada corta- en 36 años.
Esos mismos, cuando la situación no es favorable para sus equipos, suelen violentarse -enfadosos e intolerantes-, normalmente más preocupados por lo que dirán de ellos, que por el verdadero desempeño de su conjunto.
Apenas terminan sus encuentros o los de sus rivales de división y comienzan las provocaciones, a pesar de su cantaleta de “yo solamente me fijo en lo que hace mi equipo, no me importan otros”.
Y atención, no quiero generalizar, tengo amigos conocedores que respeto, ya que viven con pasión cada uno de los partidos sin buscar “pleitos”.
Podrás ser aficionado o fanático, siempre y cuando, se respete el espacio de los demás.
“Aléjate de aquellas personas que intentan menospreciar tus ambiciones. Las mentes pequeñas siempre lo harán, pero las grandes te harán sentir que tú también puedes llegar a ser grande”.
Mark Twain, escritor estadounidense
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