Una difícil misión

Misión de San Pedro Mártir

Fue fundada hace 217 años, funcionó por sólo 30 y ahora quedan solamente ruinas
domingo, 24 de abril de 2011 · 00:00

Ensenada.- El escenario era poco usual para la California; un amplio llano rodeado totalmente por gran cantidad de pinos muy altos, a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar; un clima frío, agradable en verano, y un manantial abundante en el que siempre brotaba un buen caudal de agua.
Acostumbrados a una tierra árida, desértica, estéril, con muy poco agua y un clima extremoso buena parte del año, a los misioneros dominicos les sorprendió encontrarse con la Sierra de San Pedro Mártir, la más alta de la península, ya que su techo alcanza los 3 mil 100 msnm, con un clima muy diferente al resto de la California conocida.

Parecía un paraíso
De entrada les pareció un paraíso, pero después se dieron cuenta de que no lo era tanto. Así, no pasó mucho tiempo para que decidieran establecer una misión en lo alto de esta serranía, ya que contenía numerosos grupos de la etnia kiliwa.
Esto ocurrió el 27 de abril de 1794, hace 217 años, y el fundador fue fray José Loriente, un aguerrido misionero dominico de origen español.
Los primeros que vieron la sierra de San Pedro Mártir fueron seguramente los miembros de la navegación de Francisco de Ulloa, en 1539, quienes navegaron la costa del alto golfo por vez primera. Sin embargo, el primer registro que conocemos de San Pedro Mártir nos lo da el padre Kino, en su famoso mapa de 1701, en el que ubica la sierra con el nombre de “Sierra Nevada”.

El primer europeo
Pasarían muchos antes de que los primeros europeos pusieran su pie en ella.
Este honor le correspondió al misionero jesuita de origen checo, Wenceslao Linck, quien en 1766 efectuó una larga exploración desde su misión de San Francisco de Borja en busca de una ruta terrestre al río Colorado; así, dio con la sierra y la cruzó por su parte sur para salir al desierto de San Felipe.
Linck cruzó la sierra desde un paraje que bautizó con el nombre de “La Cieneguilla”, actualmente el rancho de La Rinconada,  y por lo mismo en los siguientes 15 años se le conoció como “Sierra de la Cieneguilla”.
Cuando Linck llegó a esta sierra la habitaban los indios kiliwa, quienes llevaban viviendo en ella varios miles de años, tiempo en el que desarrollaron una cultura nómada muy sencilla.

Origen de la misión
En noviembre de 1775, el sargento José Velázquez exploró extensamente la sierra, y por ello los dominicos buscaron establecer en ella una misión; sin embargo, el permiso no les fue otorgado sino hasta casi 20 años después, ya que en ese tiempo la prioridad era establecer la cadena misional hacia la Alta California.
En 1793, el gobernador José Joaquín de Arrillaga exploró extensamente la región en busca de sitios apropiados para establecer una misión.
Como resultado de estas entradas, el 27 de abril de 1794 la misión fue finalmente establecida con el nombre de “San Pedro Mártir de Verona”.
De este modo la Sierra de San Pedro Mártir adquirió su nombre actual. El sitio donde fue ubicada la misión era llamado por los kiliwa “Casilepé”, ignorándose su significado. Actualmente se piensa que Casilepé era el valle que conocemos como “La Grulla”.
Sin embargo, la misión duró muy poco en Casilepé, ya que el frío extremo que reinaba obligó a cambiarla de sitio a los pocos meses, trasladándose al sitio actual, el que era conocido por los naturales como “Ajantequedo”, que está a menor altura, a unos mil 700 msnm.
La misión de San Pedro Mártir funcionó únicamente 30 años, de 1794 a 1824.

El aislamiento
Su funcionamiento fue accidentado debido a la resistencia de muchos de los kiliwa, además del frío y del aislamiento en que estaba con relación a las otras misiones. Tuvo algunas rancherías indígenas, y su población no fue muy numerosa; en 1794 fue de 60 personas y de 92 en el año de 1800; de otros años casi no hay registros.
En esta misión se tuvieron cultivos de maíz, trigo, frijol y cebada. La principal fuente de sostenimiento fue el ganado vacuno, el cual era pastoreado en los grandes valles de lo alto de la sierra. Así nació aquí la tradición de la ganadería y de los vaqueros, que se mantiene hasta la fecha.
Debido a sus problemas de aislamiento, la misión fue abandonada definitivamente en 1824, siendo trasladada su población india a la misión de Santo Domingo de la Frontera. Entre estas dos misiones siempre hubo contacto, compartiendo muchas de las tradiciones.
Actualmente, los vaqueros y rancheros de la sierra de San Pedro Mártir vienen o son originarios de Santo Domingo.

Apenas vestigios
La misión de San Pedro Mártir tuvo importantes edificios de adobe, de los cuales sólo quedan unas cuantas ruinas. En nuestros días sólo se puede llegar a pie o a caballo, y en ambos casos toma dos días el acercamiento. Uno de los accesos es por Santo Domingo, y el otro desde el Observatorio Astronómico Nacional.
Hacer el recorrido para visitar los vestigios de San Pedro Mártir es una rica experiencia, ya que se pasa por algunos de los parajes más hermosos de la sierra, entre cañones, quebradas y valles donde abunda el agua. Además buena parte de la caminata se hace entre los pinos y los grandes bloques de granito blanco.
Al sitio de “Ajantequedo” actualmente se le conoce como “Valle de la Misión”. Ahí se encuentran restos de los cimientos de lo que fuera el templo, la casa de los misioneros y de los soldados. También se aprecia el cementerio, con tumbas tan antiguas que ya hace mucho perdieron su lápida, así como algunas obras de carácter hidráulico, como unas acequias. Un manantial de agua termal hace más agradable la visita, además de que arroyo lleva abundante agua fresquecita.
Varias veces he estado en este sitio y siempre me traslada al pasado; su aislamiento es prácticamente igual al que tenía en el tiempo de las misiones.

A la luz de la fogata
Junto al arroyo hay un hermoso paraje, a la sombra de un gran pino, en donde siempre acampo. Es el campo de los vaqueros de la sierra, y con ellos hago una fogata, a cuya luz se platica todo tipo de historias y leyendas, y la sierra y la misión tienen algunas.
En la misión se dice que a veces se aparece un jinete sin cabeza, el que asusta a los visitantes indeseados.
Al pie del valle hay una gran peña nombrada “La Peña del Diablo” y se dice que desde ella avientan piedras, no son pocos los que me han dicho que han salido corriendo al sentir que les avientan estas piedras.
En el Valle de la Grulla, el antiguo “Casilipé”, aún se pueden ver unos pocos restos de lo que fue el primer sitio de la misión. Son algunos cimientos de piedra enmedio del valle, no son muy amplios y se aprecia que nunca los terminaron, recordemos que sólo fueron como 6 o 7 meses los que aquí estuvo la misión.
Disfrutar de la Sierra de San Pedro Mártir, sus sitios naturales e históricos, es uno de los privilegios que tenemos los bajacalifornianos. Gracias a que en general la sierra sigue aislada, estos se han conservado muy bien, y esperamos que sigan así muchos años más. La conservación de un sitio natural está en función inversa a su acceso.
Quiero cerrar este artículo recordando a los lectores que cuando visiten un sitio natural o histórico, siempre sigan las reglas de los que amamos la naturaleza: no dejar nada, sólo las huellas de los pies; no matar nada, solo el tiempo; no tomar nada, sólo fotografías. Y si uno encuentra basura, llevársela toda si es posible, dejar el sitio limpio, como a nosotros nos hubiera gustado encontrarlo.


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