El Valle

YO SOY SAN QUINTÍN

lunes, 12 de marzo de 2018 · 00:00

NÚMEROS

Desde Ruffo hasta De la Vega, las condiciones sociodemográficas de la Región de San Quintín han resultado tan productivas como sus campos agrícolas, recién dimos cuentas de los “numeritos” que reporta la dependencia encargada de registrar y contabilizar la producción del campo sanquintinense.

Por otra parte, la representación estatal de Desarrollo Social vuelve a la danza de la numerología estadística, haciendo público un número de beneficiarios en sus respectivos programas de asistencia social. Lo que no informan unos y otros, es cuáles son los tipos o montos de participación estatal en el sector productivo, así como qué efecto tienen las entregas de despensas en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la zona y en el abatimiento de los rezagos de salud, seguridad pública, agua, etc.

Como casi todo mundo sabe, San Quintín ha sido calificada como una zona de alta marginación social, desde hace décadas cuando se puso de moda, señalándola con condiciones laborales y de marginación étnica, refiriéndose a la población de origen indígena que se asentara en el municipio, cuando encontraron las condiciones que les permitió dejar su condición de trabajadores migrantes dándole la fuerza laboral que nos ha distinguido.

Esto ha permitido, desde entonces, la justificación de un sinnúmero de programas de asistencia social gubernamental, que a la fecha muy poco han logrado en los objetivos establecidos.

Si bien es cierto, las condiciones de trabajo siempre son relativas al lente a través del cual sea visto, debemos decir que existen varios aspectos en los que la situaciones laborales han cambiado para bien, y no es precisamente por un impulso gubernamental, ni siquiera de las representaciones obreras y de organizaciones y líderes. Es más bien un reflejo provocado por la competitividad y rentabilidad del mercado al que está dirigida la producción agrícola de nuestros valles.

El origen de los programas de responsabilidad social de las empresas locales han servido como un buen instrumento que ha sido aprovechado por los órdenes de Gobierno sólo para saludar con sombrero ajeno cuando a su interés conviene.

Los “despensólogos” ya aplicaron el “copiar y pegar” a las estrategias y planes de trabajo puestos en marcha en año electoral, para burlar las vedas e inflar las estadísticas que sirvan a los propósitos electoreros cada vez más burdos.

Tome nota de los beneficiarios en cada boletín de las dependencias, si lográramos calcular cuántos y cuantas veces han sido entregados en las últimas administraciones, al asignarles el valor en pesos, la suma seguramente hubiera alcanzado para resolver o impactar significativamente varios de nuestros rezagos. Sólo que eso no es tan rentable si consideramos el número de votos que de eso pudiera resultar.

Así es que no le sorprenda, y si usted es “beneficiario”, pues aproveche; de todos modos ya está contado y siéntase parte de esa categoría con la que se informan los avances de nuestros representantes de Gobierno. Total, uno más uno menos, los números casi no mienten.


 

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