El Valle

YO SOY SAN QUINTÍN

lunes, 21 de enero de 2019 · 00:00

 EL CAMBIO

Existen personas que están dispuestas a hacer lo que otros no, con la esperanza de lograr objetivos con los que esperan conseguir en aquellos que lo que nunca estuvieron dispuestos a hacer por sí mismos. Dicho en otras palabras, los que hacen los cambios, cambiando las cosas, esperando cambiar a los que nunca cambian.

Parece confuso y utópico, pero en algún momento y en más de una ocasión a quienes tenemos como pasatiempo o habito, la pretensión de ser analíticos, igual que relojes descompuestos, que por lo menos dos veces al día están en el punto correcto.

Así quienes expresamos opiniones y juicios sobre el quehacer de otros y de asuntos públicos, de vez en vez, logramos anticipar o vaticinar hechos con cierta antelación.

Habrá quienes pregonen esos aciertos, otros podrán tratar de hacer notar las facultades de pitonisas y sacar algún provecho de ello, mientras que algunos más, entre los que me cuento, en ocasiones preferiríamos no tener razón.

Las acciones emprendidas por el presidente López Obrador, han dado muestras de decisión que sus antecesores no tuvieron, las razones no los abordaremos hoy, desde mi punto de vista son muchas y para efectos prácticos hoy resultaría ocioso pretender analizarlas.

A lo que si nos referiremos esta vez es a esas acciones que nos han mantenido pendientes de lo que ocurre en el centro del país, de lo que podríamos ligar como causa indirecta, la desgracia ocurrida en el Estado de Hidalgo nos deja sin palabras para expresar una opinión asertiva sobre el antes y el después de los hechos y sobre la causa, origen y consecuencias de esos desafortunados sucesos.

Sin embargo, uno de los pocos puntos de coincidencia entre la opinión pública, que podemos hacer notar son la falta de sentido común, la ausencia de valores, el poco respeto por la autoridad y las instituciones; y mucho más grave, el desprecio por la vida.

Eventos como el ocurrido sólo hacen que el trabajo de cualquier gobierno por establecer las bases de orden, desarrollo y progreso, parezcan exiguas y peor aún innecesarias para una sociedad que pareciera esforzarse por demostrar que no le interesa mejorar las condiciones de vida, si ello implica portarse bien, ordenarse, disciplinarse y cumplir con lo establecido como parte del deber ser.

Más de una vez, casi como perorata criticamos y acusamos culpable de nuestra situación a quienes representan al gobierno, dejando sobre los gobernantes todas las culpas, excluyendo de la responsabilidad que nos toca a los gobernados.

Cuando en sentido estricto podríamos decir que tenemos la clase y tipo de gobierno que merecemos, olvidando que por largo periodo hemos sido permisivos a los abusos y desaciertos de quienes nos gobiernan. Hemos dejado de lado el compromiso de ser de esa clase de ciudadanos que se comprometen con sus semejantes y sacrifican o dedican un poco de tiempo, dinero y esfuerzo a tomar parte de la vida colectiva; a opinar con el riesgo de polemizar, de dirimir diferencia en las opiniones e ideas, de ir un poco más allá que en los foros de redes sociales que generalmente resultan sólo en mucha bulla y poca concertación de ideas u opiniones sobre asuntos públicos, ni hablar de lograr acuerdos y pactar acciones en común o por lo menos en concordia que tengan un mejor resultado.


 

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