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YO SOY SAN QUINTÍN

lunes, 29 de abril de 2019 · 00:44

Los niños, el trabajo y las madres


El Día del Niño, del Trabajo y de las Madres serán conmemorados los próximos días. Creo que sin proponérnoslo y sin considerar los roles que juegan, por una parte, la niñez y, por la otra, el trabajo de las mujeres que son madres, no hemos caído en cuenta de la situación en la concurren estas celebraciones de estos tres elementos de nuestro contexto social.


No obstante que en abundancia se haga referencia a la importancia que tiene en el desarrollo de nuestra sociedad el cuidado de las nuevas generaciones. 


Aunque mucho se hable, nunca es suficiente y tratemos de remarcar la esencial importancia que ha tenido desde siempre la mujer en el rol que le ha correspondido respecto de la maternidad, mayor es entonces nuestra dependencia cuando a ese rol se le agregan responsabilidades laborales, es decir, el de las madres trabajadoras y sus hijos.


A efectos de no perdernos, me voy a limitar a referirme en esta ocasión a los hijos de las madres trabajadoras de nuestra región. 
Dejando a un lado el ánimo de ensalzar o desestimar lo que en beneficio de este sector se haga o deje se hacerse en los programas de desarrollo social de gobiernos o de los programas de responsabilidad social de las empresas. 


Como sociedad, es enorme la deuda que tenemos con aquellas mujeres que además de cumplir con el cuidado de los hijos, aportan a la economía de la casa, si es que ésta no depende de ellas.


Resulta muy fácil ver que en nuestro entorno, la proporción de mujeres trabajadores que son madres, y en muchos de los casos jefas de familia, cada vez es mayor. En este contexto ni las políticas públicas, ni las normas laborales, ni la sociedad en su conjunto han sido justas en la consideración que le debemos a quienes constituyen la base de nuestra sociedad. 


Para ofrecer mejores condiciones de desarrollo a nuestros niños así como a las madres trabajadoras, es necesario mucho más que los festejos del Día del Niño y del Día de la Madre. Los efectos negativos como la ausencia de la madre al cuidado de los hijos, la falta de tiempo para compartir momentos de calidad, de acompañamiento, de formación, de esparcimiento con la familia, cualquiera que sea su composición, son aspectos en los que pocas veces le ponemos la atención que amerita.


La dinámica social y económica, que busca el desarrollo de nuestro entorno, le queda a deber y se incrementa la deuda día con día. Hasta hoy, estamos fallando. 


No tenemos reflejos, me atrevería a decir que a nivel mundial, de cómo es que se pudiera revertir ese rezago resultado de restarle tiempo a la familia para invertirlo en la obtención de los satisfactores de la familia misma. La paradoja es, le quitas a lo más valioso que tienes, lo que más vale, incrementado el riesgo de dañarla o perderla. 


A todos, sin excepción, nos toca una porción de responsabilidad en este caso; luego, entonces, la solución no es pegar de gritos y señalar sin proponer. Nos toca a todos aportarle. 


En este juego no funciona excluirse de la ecuación, de cualquier modo se estará en ella.
 
 

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